Ser algunos de los millones de maestros en México de educación básica, sin importar si es privada o pública, cuesta mucho más de lo que reditúa, en términos económicos, pero también morales.
Por desgracia las leyes existentes no contemplan salarios específicos para los docentes, la mayoría ganan por hora y eso dependen de la disponibilidad que exista en los planteles.
Luxemburgo, Alemania y Japón son algunos de los países donde están los maestros mejor pagados del mundo, con salarios envidiables y de los más altos en la escala social de esas naciones. Quizá por eso también son esos países los que tienen los mejores niveles educativos.
Invertir en educación y en planta docente es algo que hace mucho entendieron los países desarrollados, una fórmula para el éxito, porque maestros bien pagados hacen mejor su trabajo, con más gusto, en mejores condiciones y sin la incertidumbre de qué comerán al día siguiente.
Maestros en México, un mundo lleno de retos y adversidades
Los maestros mexicanos son el rezago de un país que no ha visto en la educación una solución a sus problemas.
Si son de escuela privada se enfrentan a bajos salarios, ausencia de prestaciones y requerimientos absurdos, según la institución en cuestión. Si son de escuela pública, tienen que afiliarse a un sindicato, salir a marchar y hacer un montón de burocracia, además de enfrentar las crisis del mismo sistema, que suele no tener recursos suficiente para pagar o para invertir en cosas tan absurdas como pizarrones o sillas.
Ni qué decir de quienes se enfrentan a la educación rural. En zonas alejadas del país, comunidades donde privan la pobreza y la ignorancia, y con ausencia de infraestructura básica, aún hay maestros que se atreven a apostar por educar a quienes ahí viven.
¿Será que al sistema político, ese que administra los presupuestos, no le conviene que los mexicanos se eduquen?
Irrita que prefieran invertir el dinero en televisiones gratuitas y despensas baratas, a invertirlo en los niños y niñas, que mañana tendrían que seguir construyendo al país.
