Mexicano, ¿por qué estás enojado?

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Ni la crisis económica, ni los bajos salarios, ni siquiera la delincuencia o el tránsito pesado de las grandes ciudades del país son las culpables de que los mexicanos estén enojados. Lo que sucede es que los mexicanos acumulan un enojo heredado de generaciones atrás, tan pesado y difícil de extirpar que ni siquiera lo reconocen, pero lo manifiestan en comportamientos erráticos.

En el mes de octubre de 2019, en el municipio de Las Margaritas, Chiapas, un grupo de pobladores se enfureció al ver que su alcalde no cumplió sus promesas de campaña, lo que derivó en que literalmente lo secuestraran para torturarlo y amarrarlo a una camioneta con la que fue arrastrado por varias calles.

Ya sabemos que la política en México es un chiste y que prácticamente ningún funcionario público cumple con las promesas hechas durante la época de campaña electoral. Pero no por eso nos convertimos en secuestradores, asesinos o criminales en venganza porque no nos cumplen, ¿o sí?

Esta no es la primera vez que una turba enardecida se venga de los malos políticos, ya en muchas ocasiones los mexicanos han tomado en sus manos la justicia, al ver que las leyes y las instituciones no operan como deberían.

Enojo nacional y cómo hemos reaccionando

El problema de todo esto radica, precisamente, en que el enojo no busca la justicia ni la verdad, únicamente busca alguien que pague la deuda.

El caso de las famosas “autodefensas” en estados como Michoacán, azotados por el narcotráfico, es un ejemplo perfecto de esto.

Estos grupos de pobladores buscaban al principio defenderse del crimen organizado, liberarse de las extorsiones, los secuestros y los asesinatos, y lo lograron armándose e imponiendo su propia violencia contra los delincuentes.

El resultado a largo plazo fue que el enojo acumulado en esas poblaciones las convirtió, poco a poco, en delincuentes, gente que con armas se sintió poderosa y decidió olvidar las leyes para imponer su propia voluntad.

Funcionar a través del enojo nunca tendrá buenos resultados, hacer justicia por propia mano nunca ha funcionado y generalmente lo que queda es un enorme desastre social, una especie de anarquía muy mal planteada.

Los mexicanos no han entendido que nadie es responsable de su enojo más que ellos mismos y no habrá justicia alguna que sea capaz de lidiar con eso, ni siquiera en un país ideal donde la ley funciona y los funcionarios hacen su trabajo.

@CronicaMexicana