El Tren Maya es una de las grandes apuestas del presidente Andrés Manuel López Obrador, en el que se plantea unir algunos estados del sur y se tiene pensado usarlo para promover el turismo, además de ser un medio de transporte eficaz en la región.
El sur de México fue habitado por muchas civilizaciones que dejaron una gran huella en esa zona, como los mayas, los mixes, los macehuales, etc. Es por eso que se han encontrado grandes ciudades como Chichen Itza, El Mirador, Tikal y Calakmul, entre otras. Obviamente al ser cuna de grandes civilizaciones puede estar llena de objetos y piezas arqueológicas aún por descubrir.
En Yucatán se han encontrado dos nuevos descubrimientos arqueológicos, que han dado mucho de qué hablar, pues están en la ruta del Tren Maya, específicamente en el tramo 3 y 5.
Se trata de una vasija con antiguos jeroglíficos que pudo haber pertenecido a una conocida figura del sitio de Oxkintok, muy cerca del poblado de Maxcanú, Yucatán.
También se ha encontrado una misteriosa cueva en el tramo 5 a la que llamaron “El Escondrijo”, este lugar es objeto de evaluación, ya que se tienen teorías sobre el uso que le daban y lo que pudo haber guardado en su interior.
En el tramo 3 los descubrimientos encontrados pertenecen a los periodos Clásico Temprano (250 – 600 d.C) y Clásico Tardío (600 – 800 d.C), de acuerdo a los estudios y análisis que se realizaron para conocer el origen de las piezas, se pudo concluir que provienen de entidades como Izamal, Xambó, Santa Bárbara, Chunchucmil, Chan Chocholá y Oxkintok.
El INAH está al tanto de la situación y en coordinación con las cabezas del proyecto pretenden rescatar y salvaguardar la herencia cultural e histórica de esta zona.
Claramente el Tren Maya es un proyecto que pretende hacer crecer a la zona, pero no debe destruir la región ni su pasado cultural e histórico, el proyecto debe de construirse sin dañar a tan emblemática región del país.
Fuentes: México Desconocido, Expansión, Forbes, El Financiero
@Cronicamexicana
