Tal como rezaba la canción del cantautor Facundo Cabral, “no soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad, ni porvenir”, los mexicanos, arraigados a sus raíces, son de una cultura nómada y está en su historia prehispánica el gen del movimiento.
Dice el «Instituto de los Mexicanos en el Exterior» (IME) que en el extranjero viven casi 12 millones de mexicanos, de los cuales más del 97% residen en Estados Unidos, lo que habla de la tradición de migrar hacia el país del norte, como una tendencia que permanece e incluso crece, al tiempo que las condiciones económicas y sociales en México se hacen más complicadas.
Hablando internamente, casi no hay nadie en este país que no tenga amigos o familiares en otros estados o en otros países; del sur se van al norte a buscar trabajo, del norte se van al sur a buscar tranquilidad, del centro se van a la capital a buscar emoción y de la capital se van a donde sea, para evitar la contaminación. Michoacán es el estado con más residentes en el extranjero, con una cifra de 103 mil migrantes, colocados en diversas partes del planeta.
Es como si el país mismo no proveyera, en ninguno de sus rincones, las condiciones adecuadas para llevar una vida plena y feliz obligando, en casi todos los casos, a que la gente salga de sus lugares de origen, para encontrar lo que no tiene cerca. Y es así que la gente se acostumbra a no ser de ningún lado, sino más bien de todas partes.
Cultura nómada, cultura de la necesidad
Entre las razones por las que la gente se mueve de lugar está, principalmente, la movilidad estudiantil. Buscar mejores oportunidades académicas, becas o escuelas de mayor calidad, es el dilema de muchos jóvenes a la hora de elegir una carrera, lo que los lleva, en México y en muchos países del mundo, a migrar a otras ciudades. Es en la capital del país donde se concentran las mejores universidades, sin embargo, en los últimos años hay una tendencia de éstas a crear sedes en otros estados, para generar mayor movimiento económico y evitar la saturación de la Ciudad de México.
Otro factor que impulsa la migración es el económico. Es bien sabido que en la gran mayoría de los estados de la república los sueldos son bajos lo que obliga, principalmente a los profesionistas, a buscar su desarrollo en otras zonas. Y aquí aparece de nuevo Estados Unidos como factor común.
En el país del norte hay más de 33 millones de mexicanos, de los cuales unos siete millones están de forma ilegal y se desarrollan en trabajos del sector menor, como la limpieza doméstica, el obreraje, la agricultura y la construcción. Y esos empleos representan ingresos a México, por dos mil 188 millones de dólares al año.
Tras tanta numeralia, sólo queda pensar en aquel mandato que dice no debe uno vivir siempre en el mismo lugar, sino viajar y conocer, para encontrar un hogar. Y quizá es eso, lo mexicanos tienen una tendencia a la inconformidad, y las altas cifras de migración también son resultado de eso: los mexicanos siempre quieren más.
Valeria Lira
