¿A los mexicanos les gusta discriminar?

Para nadie es un secreto que en México les encanta sentirse de todo, excepto mexicanos, el racismo es parte de nosotros. Quién sabe en qué punto torcieron el camino, pero los mexicanos son de esos pocos latinoamericanos que no demuestran el amor por su cultura, única en el mundo y envidiada por naciones, que ya perdieron la suya y ven en la identidad latina las raíces del continente.

Hay quien culpa a la conquista española del malinchismo que acecha en México, porque obligó a los locales a sentir vergüenza de su cultura, y durante generaciones enteras les hizo creer que era mejor ser europeo, español o de cualquier otra raza “blanca”, antes que indígena.

Mucho más de cuatro siglos han pasado desde que los españoles vinieron a hacernos creer que ser europeo era bueno, y ser mexicano era malo, y aun después de tanto tiempo no hemos podido crear una identidad que sea 100% nuestra, y que nos permita sentirnos orgullosos frente a otros.

Claro que no todo en México es así, también existen quienes defienden lo nacional por encima del extranjerizante sistema al que vivimos atados, sin embargo, el común denominador es la discriminación: económica, de raza, religiosa, sexual y por color de piel. Y hasta existe la discriminación entre rubros, como la preferencia musical, la discriminación intelectual, entre profesiones, y hasta de pensamiento.

La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México revela que un 15% de la población afirma haber sido rechazada o segregada por su tono de piel, mientras que cuatro de cada diez dicen tratar distinto a la gente, dependiendo de su raza.

Hasta llega a ser cómico que en México no se entienda el concepto de multiculturalidad, que sí impera en otros países; es una actitud casi generalizada que se da preferencia y mejor trato a los visitantes extranjeros, haciendo menos todo lo hecho y crecido aquí.

Racismo, la incoherencia de nuestra historia

Y ya que hablamos de mentiras, absurdos e ilusiones que permite la discriminación, México es un país donde gran parte de la población es de piel morena, y eso es causa y consecuencia de que seamos, a nivel mundial, el mayor consumidor de tinte rubio para cabello y cremas blanqueadoras.

Sí, la estadística no miente: al mexicano promedio le encanta hacerse la ilusión de que es güero, delgado, alto y europeo, o mínimo gringo, aunque le salga la ceja de azotador y no sepa ni un gramo de inglés o de cualquier otro idioma, incluyendo el español.

Y desde hace como 500 años, aquí seguimos creyendo que es mejor ser cualquier cosa antes que ser mexicanos. No hemos evolucionado ni un gramo, y hasta podría decirse que retrocedimos porque antes, al menos, se conservaban las lenguas nativas; hoy en día poco más de seis millones de personas –entre 119 millones de habitantes– en México, hablan alguna lengua indígena.

Aunque, claro, todo responde a una tendencia mundial que reniega mucho de las identidades propias y privilegia querer siempre ser, lo que no se es. Son modelos de belleza, estándares sociales inalcanzables, ilusiones de aparador que no son posibles para mexicanos, latinos, europeos, asiáticos o norteamericanos; no son posibles para nadie, porque no existen.

No, no es un problema como tal de la globalización, más bien es una deficiencia en cómo se ha entendido ese concepto, en el sentido de que pretendemos ser todos iguales y no contemplamos que la riqueza está, precisamente, en ser todos diferentes.

@CronicaMexicana