No es tan difícil recordar las tonadas de cuando eras niño, en especial los comerciales:
¡Soy de naranja, soy Mirinda, soy refrescante, soy Mirinda!
Estaban los tomatitos, muy contentitos, cuando llegó el verdugo a hacerlos jugo…
¡Ray-O-Vac es la pila!
¡Vamos, vamos, vamos, al Circo Atayde Hermanos!
https://www.youtube.com/watch?v=7wkWBF0hkDE
Todavía antes del año 2000, México tenía una mercadotecnia de magia, creativos que posicionaban a las marcas con singles, frases e imágenes que realmente quedaban en la memoria de los consumidores. Fue la TV el medio de popularización de muchos de los productos que hoy conocemos. En la década de los 50, la publicidad en pantalla chica empezó a generar altas facturas y todos, marcas nacionales e internacionales, quisieron verse reflejados ahí.
Fue la era, a nivel mundial, de la comercialización masiva de productos, enriquecida por el famoso “american way of life”, una imagen vendida por Estados Unidos, de que se podía alcanzar el bienestar social y familiar a través de cierto poder adquisitivo, que permitiera comprar las marcas que estaban en boga y que “sólo buscaban hacer la vida más fácil”.
Por supuesto, los mexicanos no cuadraron perfectamente en el modelo norteamericano, sin embargo sí hicieron su intento por encajar en él, y muchas de las costumbres adquiridas se quedaron durante un buen rato, entre ellas la publicidad.
Comerciales del ayer y hoy
Las cancioncitas, los personajes, los envases. Los adultos de hoy, todavía alcanzaron los remanentes de una corriente mercadológica que vendió, y muy bien, un estilo de vida a través de la televisión. Quién sabe qué fue lo que pasó, a dónde huyeron las canciones que acompañaron la infancia de miles de mexicanos, esos años mágicos que hoy sólo se repiten en vídeos mal grabados, marcas que alguna vez entraron en el hogar mexicano como un invitado especial.
Quizá tiene que ver con un momento económico en el que las grandes marcas nacionales crecieron y se posicionaron, había entonces capital para invertir y mercado para vender, una especie de paraíso monetario en México que duró, mas o menos, hasta los años 80. Esto precede a la entrada en el país, de las grandes multinacionales que acabaron con los negocios familiares, destrozaron a la pequeña competencia y adquirieron lo poco que quedó de ella.
Hoy día la cosa es distinta, contrario a esa bonanza económica, que se vivió antes, hay cierta austeridad que no permite invertir, más de lo necesario en publicidad, ni siquiera creativamente, de ahí que casi nada quede de la magia publicitaria que vieron los mexicanos en el Siglo XX.
Actualmente, los comerciales creativos son muy destacados, porque son difíciles de encontrar, y la publicidad se centra en la repetición de slogans fáciles de recordar, personajes conocidos y bien parecidos, como si el televidente fuera tonto y sólo pudiera captar ideas fáciles.
Valeria Lira