Le dijeron que era retrasado, que buscara una escuela especial y que nunca podría adaptarse al sistema educativo. Y sí, en efecto Carlos Santamaría nunca se adaptó a la escuela tradicional porque su inteligencia, muy por encima del promedio, estaba destinada a cosas mucho más grandes.
Con 12 años, Carlos acaba de ingresar a la facultad de Física Biomédica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en los próximos años estará cursando esa licenciatura.
Igual que en la serie de los 90 “Doogie Howser”, Carlos podría convertirse en médico y científico en los años de su adolescencia.
La UNAM es conocida porque ingresan a ella menos del 10% de sus aspirantes; Carlos tuvo un examen casi perfecto, a pesar de las trabas que le pusieron para poder realizarlo, solamente por su corta edad.
Se calcula que hay hasta un millón de menores mexicanos con inteligencia superdotada, sin embargo, el sistema educativo no tiene herramientas para detectarlos y captarlos, y es más difícil todavía si pertenecen a estratos socioeconómicos bajos.
Carlos Santamaría y cómo reconocer a los niños genios
Es así que la gran mayoría de los niños genio mexicanos pasan desapercibidos, y en muchos casos, incluso son excluidos de la escuela porque se considera que tienen “problemas” de aprendizaje, además de que obviamente no se adaptan y se aburren con facilidad.
Hay quienes, con la suerte de Carlos, tienen padres que se dan cuenta rápidamente de las habilidades de sus hijos y los impulsan para desarrollarlas. Él mismo asegura que sus papás son los responsables de que se haya convertido en el alumno más joven de la UNAM, aún cuando lo rechazaron en la escuela de educación básica, por no encajar en su modelo arcaico y retrasado.
Igual que Carlos, en los últimos años, varios niños y niñas mexicanos han traído reconocimientos, premios y medallas de concursos internacionales relacionados con robótica, matemáticas y hasta astrofísica. A pesar de ello, el gobierno ha hecho oídos sordos para apoyarlos e implementar un sistema que los impulse; aquí seguimos creyendo que la educación básica es repetir y memorizar sin entender, no discutir y no cuestionar, y los que se salen del molde, no encajan en nuestro sistema educativo.