¡¿Madre sólo hay una?!

Nos dieron la vida, nos limpiaron los mocos, nos obligaron a ir a la escuela cuando teníamos sueño, nos hicieron cortar el pelo con forma de honguito, nos obligaron a comer brócoli y nos castigaron días eternos sin ver televisión. Esas fueron las madres mexicanas, las de hoy, las de ayer y probablemente las de mañana, porque cambian las épocas, pero permanece el concepto.

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Ya en la cultura prehispánica las madres eran símbolo de veneración, pilares inamovibles de la sociedad que se dibujaron en enormes piedras, estatuas que hoy todavía nos recuerdan todo lo que les debemos…

Difícilmente podemos encontrar otra cultura en el mundo que venere tanto a las mamás, como la cultura mexicana, todo bajo un manto de sacrificio y santidad que es prácticamente intocable; no hay nada más inalcanzable que una mamá mexicana con todo y su chancla.

No tiene que ser necesariamente malo, sin embargo, esta extraña santificación velada del concepto de la madre, habla mucho de la victimización a la que está acostumbrado el mexicano. Sacrificio, deudas familiares que se heredan por generaciones, deberes obligados porque sí, porque se debe la vida, la existencia, la educación, la comida y hasta los sueños, y obviamente nunca habrá dinero suficiente para pagarle a esa pobre mujer sus 22 horas de parto, las canas verdes y la matriz recargada, que se ganó por andar teniendo chamacos.

Por otra parte, el concepto de la madre mexicana esconde tras de sí una herencia machista; las mujeres sólo sirven para parir, hacer comida y coser calcetines, y eso, además, es un sufrimiento eterno que no pueden evadir, por eso se merecen que las consagren como santas.

Ni la liberación sexual, ni el feminismo, ni los anticonceptivos han hecho posible que una dama mexicana pueda ser vista como otra cosa distinta a un órgano reproductor.

Madres mexicanas, atrapadas en el machismo

Y por todo eso, culpando a las mismas madres mexicanas sacrificadas, es que México sigue siendo un país retrograda, en términos de los derechos de las mujeres. No hay nadie que le enseñe a los hombres a ser útiles, a compartir las tareas, a verlas a ellas como sus iguales y no como sus sirvientas, y sobre todo no hay nadie que les enseñe que las mujeres son seres humanos con inteligencia, voluntad y libre albedrío.

Madres machistas educan hombres machistas, y todo se resume en un país loco y feminicida donde las mujeres son el último eslabón en la cadena.

La veneración hacia las madres está equivocada en un siglo, en el que los anticonceptivos son tan comunes como la sal; hoy en día nadie debería tener un hijo por sacrificio, pues traer un humano al mundo no es una cuota obligatoria de pagar, ni un requisito para existir.

Claro que también en esta época ha nacido en las más jóvenes la duda de si ser o no ser madre, es el camino correcto para desarrollarse. Aquellas de niveles educativos y sociales elevados se plantean cada vez más el evitar la maternidad para no dejar sus sueños de lado, estudiar, viajar, consolidar un empleo o un negocio, una vida en la que no se queden con ganas de nada.

Mientras tanto, cada año más de 400 mil menores mexicanas de 15 años, la mayoría pertenecientes a clases populares, se embarazan por ignorancia y dejan de lado el futuro, para consolidarse como madrecitas sacrificadas por el resto de sus vidas.

Valeria Lira

@CronicaMexicana