Pocos temas generan tantas opiniones divididas, como el de la lactancia materna en los últimos tiempos, tan hablado por unos y convertido en tabú por otros.
Los detractores acusan a las mujeres de exhibicionistas, las confinan a rincones oscuros y les tapan la boca cuando hablan de eso; otro tanto de la opinión pública, defiende la práctica, al grado de asegurar que las mujeres no deberían despegarse de sus hijos en los primeros tres años, y las acusan de malas madres cuando los dejan y se van a trabajar.
Lo que muy bien saben todos, es que México no es un país fácil para traer hijos al mundo, y las mujeres tienen muy pocos elementos a su favor, cuando deciden convertirse en madres.
Lactancia, propiedades según la OMS
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), de ser posible, un menor debe ser amamantado al menos hasta los dos años, y recibir comida sólida desde los 6 meses, en combinación con la leche materna. Pese a ello, en México sólo entre el 14 y el 30% de los bebés, reciben alimentación de la madre en el primer año de vida, quedando el resto en manos de las fórmulas lácteas que, hoy se sabe, no aportan lo que un lactante requiere.
En su mayoría, las madres mexicanas dejan de amamantar a sus hijos a partir de los 6 meses de vida, debido a cuestiones como el trabajo y las ocupaciones de la vida diaria.
Irónicamente, las cifras de bebes no amamantados son mayores en la población pobre, personas que, por supuesto, no tienen dinero para comprar fórmulas lácteas.
Mientras tanto, sectores con mejor posición económica, hacen un esfuerzo para que el bebé reciba leche materna el mayor tiempo posible, aprovechando incluso, que el gobierno ha obligado a implementar salas especiales para la lactancia en las oficinas públicas.
Hay que promover la lactancia
Más allá de la prevalencia o no del acto, la sociedad mexicana ha demostrado tener sus dudas respecto a si debe proteger el acto de la lactancia como algo natural, y que salva vidas, o esconderlo en aras de una supuesta moralidad, la que por cierto, también está bastante en duda.
Mientras otros países latinoamericanos, en un nivel socioeconómico parecido al de México, tienen enormes campañas mediáticas que fomentan la lactancia materna, en cualquier sitio y a cualquier hora del día, privilegiando el derecho de las madres a hacerlo en lugares públicos, como un derecho que debe ser respetado y es en pro de la vida del menor, aquí todavía estamos en la era de las cavernas.
Este es un país que todavía se cree moralino y tradicionalista, y por eso no ha tenido los pantalones suficientes para promover la lactancia, como un elemento indispensable en la disminución de la mortalidad infantil, la obesidad y hasta el cáncer de mama.
De fondo es muy claro que, a lo que le temen los mexicanos, no es a los pechos femeninos, es a tener que romper esos moldes de doble moral, que les regalaron sus abuelitas y en los cuales, siendo sinceros, ya no cabe nadie.
Valeria Lira