¿A qué huelen los mexicanos?

Es hora pico en el Metro del DF. Estás parado y es uno de esos momentos en que no hay lugar ni para observaciones. Para donde quiera que volteas hay alguien, y tu espacio personal se reduce a tu nariz y la mezcla tan extraña de olores que puedes percibir: sudor, tacos de tripa con cebolla, crema facial Las Tres Caritas, jabón de leche de burra, lápices de colores marca Crayola y algo de perro… sí, ¡huele a perro!

Olfato mexicano

Un mexicano tiene cientos de pelos pequeños en la nariz, los cuales le sirven para evitar que entren partículas de polvo, y otras cosas contenidas en el aire que respira. En realidad, eso es con casi cualquier ser humano, la diferencia es que en este país el folclor nacional incluye también olores, y eso hace que un mexicano tenga experiencia en una gama de olores tan variada, que puede ir de lo nauseabundo a lo glorificante.

Cualquiera que se precie de haber vivido en este país, conoce la experiencia de estar parado junto a un puesto de tacos callejero, y la mezcla de olores entre papaloquelite, fritanga quemada, bistec con queso, y un poquito de charco de agua puerca con horchata blanca. Y luego de haber empacado media vaca, el insuperable tufo a cebolla chillona.

La marca Dove, de la multinacional Unilever, tiene un estudio en el que revela que los mexicanos están entre los más limpios del mundo, pues se bañan entre seis y ocho veces a la semana, y son los que más shampoo consumen; en promedio siete kilos por cabeza, al año.

Es una lástima que la estadística no sea la misma, cuando se trata de cuidar el planeta, entonces los mexicanos son los sucios entre los sucios, produciendo más de 700 gramos de basura al día, ¡por persona!, lo que termina en más de 86 mil toneladas recolectadas diariamente, más todo lo que se riega en calles, ríos, parques, bosques y en el mar.

Un problema más allá del olor

Y toda ese desperdicio generado, también se pudre, tiene fauna nociva y apesta, son olores que van de los grandes basureros municipales hacia las ciudades, entran por las ventanas de las casas, rozan la comida y tocan las caras, hasta llegar a la nariz de las personas, que simplemente se preguntan ¿por qué huele tan mal? y creen que con cerrar la ventana se acaba el problema.

Entonces, regresando al Metro, la peste de los mexicanos es resultado de todo un estilo de vida, entre los tacos, el shampoo y la higiene tan hipócrita en la que están inmersos. ¡Más jabón, más shampoo, más perfume!, para disimular su podredumbre, que los alcanza como mancha voraz.

Valeria Lira

@MoiraBoicot