Persiguiendo la chuleta

Historias de México

Es la media tarde de un viernes cualquiera en la Ciudad de México. Se adivina la llegada del fin de semana porque el caos se agudiza, el tránsito es infernal y todos los rincones de esta enorme orbe están abarrotados, no cabe un alma, esta es otra de las historias de México.

En plena avenida principal se ven ir y venir los camiones del transporte público, todos van llenos, no cabe un alma, y a lo lejos se dejan ver los pequeños rostros de chilangos aplastados que rezan por llegar a su destino.

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Casi seis millones de personas usan a diario el transporte público de esta enorme ciudad, todos y cada uno de los cuales no hacen otra cosa que perseguir la chuleta en sus largos y apretados trayectos de aquí para allá.

Algo que tienen los chilangos es justo eso, una necesidad inminente de perseguir el pan cada día, en una ciudad que es voraz, feroz y muchas veces desalmada.

Lo mismo niños, jóvenes, mujeres, ancianos, padres de familia, maestros, deportistas, desempleados, “ninis”, empresarios, microempresarios, comerciantes ambulantes y hasta delincuentes, todos por igual emprenden la carrera por alcanzar la chuleta, en esta carrera infernal y ante la que no hay manera de escaparse.

Actualmente la población mexicana asciende a 120 millones de personas, cada una de las cuales demanda alimentos, educación, salud, transporte, vivienda, combustibles y seguridad, que el gobierno tendría la obligación de proveer. Sin embargo, a medida que crece el número de habitantes, también disminuye la posibilidad de darle a cada uno lo que necesita.

Es así que la encarnizada persecución de la chuleta no es más que un reflejo del hambre, que provoca vivir en un país con tantas dificultades y diferencias sociales. Todos, desde sus distintos contextos, persiguen su propio alimento y salen a diario a la caza de sus propias necesidades, en vista de que en este país, la situación solamente da para andar corriendo.

@CronicaMexicana