No solamente los mexicanos somos los más obesos del mundo, incluso hay tantos gordos en este país, que pronto tendremos que modificar los espacios para dar paso a las nuevas generaciones que parece ya nacen subidas de peso.
El otro día subí al transporte público y en un asiento para cuatro personas sólo había tres señoras gordas que absorbían el lugar sobrante. De muy mala gana tuvieron que dejarme un espacio como de 15 centímetros para que yo, persona de cuerpo normal, pudiera sentarme.
Después de tratar de caber en ese huequito, me puse a observar a mi alrededor y casi todo el resto de los que iban en ese camión también eran gordos, incluso los niños.
Obesidad en México
¿Llegará el día en que el transporte público tenga que ampliarse porque a más población gorda, menos espacios?, ¿será que pronto se pondrá de moda la talla extra en las tiendas de ropa?, ¿empezaremos a comer todo en big size como los gringos, y a usar sillas de ruedas para movernos?
En datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, Económicos (OCDE), el 72% de los mexicanos tiene algún grado de sobrepeso u obesidad, una cifra alarmante porque significa menos esperanza de vida y un montón de enfermedades crónicas, en el camino a una muerte lenta y dolorosa.
En promedio, cada mexicano tiene ocho kilos de más, y de ahí hacia arriba, hasta quienes tienen 50 o 60 kilos extra, en situaciones que difícilmente tienen solución y son antesala de la muerte.
Malos hábitos de salud, pésima alimentación, nulas costumbres deportivas y muy mala calidad de vida, son las cosas que han orillado a los mexicanos a la gordura, aunque también ha influido el estilo de vida norteamericano, en el que la comida rápida es la principal protagonista.
México es un país donde la comida abunda, hay una variedad incalculable de verduras, frutas, leguminosas, semillas y granos, aunque estadísticamente, cada habitante de este país consume de eso menos de 250 gramos diarios, mientras el resto de su alimentación son refrescos, harinas blancas, azúcar, carne de cerdo y pollo.
No encontrar lugar en el transporte público es sólo una complicación menor, junto a todo lo que implica sostener, literalmente, a una población de talla extra y sus muy malos hábitos de vida.
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