Empacó sus huaraches, su bandera del América, amarró a las gallinas y dispuso unas tortas de huevo para el hambre del camino. Así, un mexicano como millones más, decidió unirse a la famosa Caravana Migrante a Dubái, en supuesta búsqueda de un mejor futuro.
Un evento en Facebook convoca a los mexicanos a unirse a esta caravana que, supuestamente, partirá del Zócalo de la Ciudad de México hacia la lujosa ciudad de los Emiratos Árabes, donde por cierto esperan los yates, los autos Ferrari y los cajeros bancarios que dan lingotes de oro. Es el ideal del sueño migrante, una especie de fantasía que hoy alimenta el sueño guajiro de los mexicanos ante la desesperanza que plantean los gobiernos presente y futuro.
Esta convocatoria ficticia emula a la caravana migrante que en días recientes llegó a México proveniente de Centroamérica, formada por más de 4 mil personas que venían huyendo de la crisis de seguridad y pobreza que ataca a sus países.
La caravana a Dubái es una ironía, un mal chiste que permite imaginar qué pasaría si los mexicanos decidieran irse, pedir asilo político en un país de lujo, porque aquí ya no hay para dónde hacerse, y llegar flotando hasta allá en lanchas de Xochimilco, bananas de Acapulco y barcos improvisados con lonas del PRI.
Caravana Migrante en Dubái
¿Se lo imaginan? Sonarían cumbias en el último piso del Burj Jalifa, la torre más alta del mundo y que se ubica en esa ciudad. Y por supuesto que en sus balcones veríamos calzones con olanes, playeras del Cruz Azul y cobertores San Marcos, secándose al sol.
A lo mejor, si nos vamos todos a Dubái, nos reciben como refugiados en camastros de última tecnología, con mantas de seda, alimentados con sopa de microondas sabor caviar y con mujeres gordas que nos abanicarán todo el día por eso del bochorno desértico.
¿Qué habría de malo en pedirle un lugar a los árabes? Los mexicanos podemos barrer calles, limpiar departamentos, dirigir el tránsito, hacer de cobradores del pesero, vender alegrías y hasta animar las calles, vestidos de payasito con nalgas de globo. Cualquier cosa podríamos hacer con tal de quedarnos de ese lado del charco y vivir el sueño de estar en la ciudad más lujosa del planeta.