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Día del maestro

México es un país donde casi todos la tienen difícil y muy pocos la tienen realmente fácil. La mayoría de las personas viven ocupadas en una lucha encarnizada por sobrevivir, y tienen poco tiempo para voltear a mirar a quienes están a su alrededor. Poco considerados, pero muy requeridos, los maestros de escuela son aquellos entes destinados a ver lo que otros ignoran en un mundo, precisamente, dominado por la inconsciencia y donde la educación urge. Esta es mi reflexión sobre el Día del Maestro.

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En el país, poco más de un millón 200 mil maestros, trabajan en educación básica y se encargan de vigilar y formar a casi 26 millones de futuros ciudadanos; si hay algo cierto es que en un estatus de vida tan complicado, hoy día los niños y niñas pasan más tiempo con sus maestros que con sus padres, incluso tiempo de calidad, y forman círculos sociales mucho más importantes en la escuela que en casa.

Bueno o malo, la posmodernidad nos ha llevado a que los maestros mexicanos sean los principales, y en ocasiones únicos, formadores de millones de niños y jóvenes, cuya perspectiva de futuro depende casi exclusivamente de las horas que pasan en las aulas.

No se trata ahora de calificar o descalificar la calidad de la educación en México, ese es un tema que las pruebas estandarizadas se disputan constantemente, y acerca del cual no hay una conclusión certera. El punto es establecer que los maestros mexicanos tienen un lugar fundamental en la sociedad contemporánea, y pese a ello, son bastante poco valorados, viven circunstancias laborales que no corresponden a sus esfuerzos y años de estudio, y además, se les reduce a un papel de repetidores de información.

Pese a lo que muchos puedan pensar, la tarea de un maestro de escuela, difícilmente puede reducirse a un programa preestablecido de conocimientos. Enseñar, en toda la extensión de la palabra, es más que un verbo, es una cualidad para dar de uno a los demás y compartir, pero no es algo que todos puedan hacer, porque es un don que nace en muy pocas personas.

Día del Maestro, en honor a quienes nos formaron

Todos los que somos adultos ahora, tenemos en el recuerdo algún maestro que hizo honor a su profesión y también alguno cuya existencia pareció destinada a hacernos sufrir. Cada circunstancia vivida en la escuela dejó una huella imborrable en nuestras memorias, para bien o para mal, y hoy explica en mucho, quiénes somos.

Al que te dio lunch porque olvidaste el tuyo, al que te llevó a la dirección y te acusó, a la maestra que te puso en vergüenza porque reprobaste el examen, al maestro obeso que te castigó con 40 sentadillas por ser flojo en su clase, a esa que se atrevió a explicarte cómo un condón podía salvarte la vida, a la maestra que se volvió tu primer amor, o a la que te escuchó leer por primera vez; todos deberíamos estar agradecidos con aquellos que pasaron tantas horas-nalga junto a nosotros, porque también son parte de la historia, aunque sea hayan quedado olvidados en el cajón de nuestros primeros años de existencia.

Valeria Lira

@CronicaMexicana