El día que cayó nieve en la Ciudad de México

Nevada

Como chilangos, siempre nos han dicho que la única posibilidad de ver nevar en la capital del país, es acudir a la nieve artificial que se coloca durante diciembre en el Zócalo. O en todo caso, ir en los días fríos hasta el Nevado de Toluca para verla. Y ya, más allá de eso, científicamente es casi imposible que caiga nieve aquí, por el clima, la altura, los bajos niveles de humedad y toda una serie de eventos desafortunados puede resultar en una nevada histórica.

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Sin embargo, con todas las posibilidades en contra, una que otra vez, Chilangolandia ha estado más que cerca de vivir una nevada verdadera, conjuntando condiciones muy especiales para ello.

Cuenta la leyenda que un 11 de enero de 1967, la Ciudad de México se despertó cubierta de blanco y el sueño de millones se cumplió. Más allá del frío que pudiera implicar, los chilangos tuvieron que salir a las calles para poder creer lo que estaban viendo, un escenario parecido a los que clásicamente presentaban Estados Unidos o Canadá, y que muy pocos habían tenido la fortuna de ver de cerca.

Quién pudiera imaginar las zonas más populares de la capital, el Zócalo con la Catedral, el Eje Central vestido de blanco, con la Torre Latinoamericana como testigo, la alameda central llena de muñecos de nieve y el Ángel de la Independencia, que desde su pedestal veía pasar, en lugar de autos, los trineos improvisados de los chilanguitos.

Gorros, guantes y orejeras, así pintó un día la vida de los defeños, allá en los años 60, época del rock, los hippies, la mariguana y el amor.

Nevada irrepetible

Claro que esa fue la parte bonita del suceso. En realidad también hubo mucho caos, debido a que esta capital nunca ha estado en condiciones de recibir una nevada, no existían (ni existen hoy en día), protocolos de emergencia para un caso así, brigadas destinadas a quitar la nieve de las banquetas, pavimento listo para evitar que los autos resbalaran, o refugios destinados a las personas que vivían en las calles.

Hay que recordar también que, no sólo la Ciudad de México recibió la nevada, también muchos otros estados del país como Nuevo León, Coahuila y Jalisco, sitios donde tuvieron que suspender vuelos y los ríos se desbordaron. En ese suceso, muchas personas fallecieron por hipotermia y por accidentes carreteros, causados por el pavimento congelado.

A muchas décadas de distancia, hoy los chilangos más viejos recuerdan el hecho con cariño, como una de esas cosas fantásticas que sólo suceden en esta enorme y enigmática capital.

Mientras tanto, los más jóvenes esperan ver esa nevada, repetirse en el escenario contemporáneo de la Ciudad de México, ya de por sí cubierto de un clima que suele extremar, de hirviente a helado, cada tanto, y no deja de sorprender a los incrédulos capitalinos que aquí pululan.

Valeria Lira

@CronicaMexicana