Los mexicanos son como payasitos, casi marionetas que con cualquier cosa se dejan ir, peor que gorda en tobogán. Así pasó con la serie de Luis Miguel en Netflix.
Al menos el estreno del primer capítulo tuvo más de un millón de espectadores en vivo, sólo en este país, y el resto de la serie manejó cifras similares. Esto prueba que los mexicanos sí son comprometidos, aunque nada más cuando se trata de treparse al famoso “tren del mame”.
Luis Miguel es un cantante, ni siquiera mexicano, que tuvo su mayor éxito entre los años 80 y 90. Luego de esos años dorados, el sujeto se ha dedicado a vivir de canciones refritas, regalías, conciertos repetitivos y notas para las revistas del corazón.
La realidad es que Luis Miguel ya no canta, ya no produce y mucho menos baila, es un personaje desgastado, acabado, pero perfectamente funcional para una sociedad como la mexicana, que lee menos de tres libros al año, pero revienta los ratings de las telenovelas y las series.
No es de gratis que, justo en los últimos años, el fenómeno de las series biográficas esté teniendo un boom gigantesco. Juan Gabriel, Alejandra Guzmán, Luis Miguel, Paquita la del Barrio, Selena Gómez, Jenny Rivera, Joan Sebastian, José José y hasta el mismísimo Chapo, todos ellos y algunos otros más, tienen ya su propia serie.
Luis Miguel y la decadencia del entretenimiento
Claro que la industria del entretenimiento responde a los intereses del público, siendo el público mexicano el más fácil de convencer con productos absurdos, vacíos y hasta repetitivos.
Será tal vez que a los mexicanos nos encanta que nos den atole con el dedo y encima somos chismosos, nos pica el morbo saber la vida de quién sea, aunque se trate de un cantante panzón, deformado por las cirugías y al que, seguramente, le apesta el buche.
Y luego, ya fuera de la pantalla, nos topamos con una realidad que dista mucho de ser una serie del “nesflis”, donde los políticos nos atoran con impuestos, nos meten gol inventando leyes y aparte nos avientan las migajas del pan, como si fuéramos changos.
Con razón…