Mi mamá es sólo un ser humano

maternidad en México

Ellas eligieron que estuviéramos aquí y nuestra existencia es gracias a la suya, aunque a veces no lo queramos creer. Ser mamá ya es bastante complicado, pero ser mamá en México es asumir no solamente un único rol, sino todos los papeles que la sociedad impone bajo el yugo de las creencias heredadas a la maternidad en México.

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La verdad es que ser una mamá mexicana no es una posición fácil, se requiere mucho valor, porque no vivimos e una sociedad que agradezca a las mujeres el trabajo que hacen y más bien suele imponerles, como si fuera su obligación casi natural, que tienen que ser madres perfectas, esposas ejemplares y hasta personas de éxito profesional, en estos tiempos de “liberación femenina”. Sin embargo, a ellas nadie les pregunta qué quieren ser como personas, qué sueños quieren realizar para sí mismas o quiénes son más allá de cambiar pañales o esperar maridos a cenar.

Aún con todo eso, ellas eligen y siguen eligiendo, hasta el día de hoy, dar vida a otros seres humanos y anularse, según impone la machista cultura mexicana, para que tú puedas nacer, ser y pensar por un rato, que eres el centro del universo.

La sociedad mexicana tendría que desmitificar el papel de las madres como una especie de sacrificio místico que casi las vuelve santas. Creer que son eso no las ayuda, las minimiza y les corta las alas, sin importar si tienen 12, 15 o 40 años.

Habría que reconocer, desde otra perspectiva, que las mamás son mujeres poderosas, creadoras de vida y valientes porque traen a otro ser humano al mundo.

Maternidad en México, la otra cara

Mi mamá, como la de muchas personas, fue una mamá que se dividió en 50 partes distintas para que yo me pudiera realizar. Muchas veces la odié porque no estaba, porque no hacía pasteles conmigo, y porque parecía que no escuchaba las cosas que yo decía. Ahora entiendo que su cabeza estaba ocupada en construirme un mundo, hacerme una persona de bien y darme las herramientas para que yo tuviera una vida mejor, más cómoda y menos sacrificada que la que le imponen a la mayoría de las mujeres mexicanas.

Alguna vez soñé tener una mamá de esas que no hacen nada más que estar en la casa todo el día, cocinar sopa y leer cuentos. Luego entendí que la mía era otra clase de mamá, mucho más valiente, que salía todos los días a enfrentar al mundo y dejarme como lección, siendo mujer, que no había límites, géneros o roles que pudieran frenar lo que yo quería ser y hacer en la vida.

Hay mamás que están y hacen pasteles, hay otras que nunca están porque salen a construir caminos para sus hijos, hay otras que sólo se ven cuando salen las estrellas y hay unas más que te regala el universo en el momento en que menos lo creías, pero más lo necesitabas.

Porque al final del día, ser mamá es mucho más que una tarea impuesta, es la capacidad especial, casi un don, para enviar otros seres a poblar el mundo. Eso no tendría que ser como tirar basura, tendría que ser un regalo elegido bajo la conciencia de lo que implica dejar a otro humano en el mundo, con sus propias decisiones, emociones y carencias.

@CronicaMexicana