México: un país corrupto, pero contento

Corrupción

México no sería el mismo sin la corrupción, sería otro país y otro planeta completamente distinto al que conocemos.

Pensar en un país sin corrupción nos llevaría a un extremo totalmente diferente, un mundo distante del que hoy vivimos los mexicanos, pero quién sabe si para bien o para mal.

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Imaginemos que en México el gobierno es totalmente transparente, no hay corrupción y los funcionarios cumplen con su trabajo, respetan la ley y no hacen negocios sucios a costa de los ciudadanos. En una situación así, y funcionando todo como debiera ser, los mexicanos veríamos muchas cosas desaparecer.

Sin corrupción se extinguirían la mayor parte de los puestos de tacos en este país. Tomando en cuenta que la mayoría son negocios informales, cuya ubicación a media banqueta, en mercados sobre ruedas y puestos improvisados, permite a muchas personas un ingreso seguro, sin las complicaciones de pagar impuestos o permisos al gobierno; entonces tendríamos que decirles adiós.

Tampoco habría vendedores ambulantes de tortas, tamales, aguas frescas o tacos sudados. Comer. como acostumbramos los mexicanos, a cualquier hora del día y a precios irrisorios, sería historia.

No se trata de defender la corrupción, sino de admitir que los mexicanos han construido un mundo alterno, una especie de limbo en el que absolutamente todo es posible, y además, esa anarquía funciona, camina y da de comer a muchas personas.

Corrupción, el gran mal del país

La corrupción en México cuesta al erario más de 900 mil millones de pesos anuales, el equivalente al 10% del Producto Interno Bruto (PIB), que además podría estar caminando en servicios públicos y necesidades ciudadanas.

Aunque hay que admitir que en un país tan complejo como este, los mexicanos han encontrado el camino para que las cosas funcionen, crean negocios y dan empleos, que el sistema por sí mismo no está generando.

La corrupción en México es una especie de círculo vicioso, un mal necesario, aceptado y utilizado por casi todos los ciudadanos de todos los sectores sociales, aún con las consecuencias que a la larga tiene y que más bien funciona como un parche para los agujeros ya hechos.

Si no hubiera corrupción, México no conocería los puestos en las banquetas, pero tampoco los jardines improvisados en los camellones, las canchas vecinales donde se organizan partidos cada tarde, o las fiestas en las que, cuadras enteras se cierran para colocar pistas de baile y repartir pastel a todos los invitados, colados y anexos.

Así somos los mexicanos, operamos la corrupción a nuestro favor y hacemos con ella lo que podemos, corrompemos para vivir mejor y ser felices, aún a pesar de las circunstancias.

@CronicaMexicana