¿Alguna vez te has dado cuenta que los niños mexicanos ya no se comportan como los niños de antes? Los juegos de niños en el patio de recreo, las tardes en bicicleta y hasta los parques han pasado de moda, dejando lugar a los teléfonos celulares, las tablets y los videojuegos.
¿Quién iba a pensar que en algún punto la humanidad terminaría por perder a la infancia? En un mundo cada vez más hostil, complicado, que exige obligaciones a edades más tempranas y consuela a los niños con aparatos que, lejos de estimular, apagan el cerebro y adiestran para no molestar a los mayores.
Hace tiempo ser niño era ser un factor de molestia, siempre preguntando, con una batería eterna que no se agotaba tras horas de juegos, y posibilidades infinitas para la imaginación. Así eran la mayoría de quienes hoy son adultos, sin embargo, las nuevas generaciones traen consigo a una especie de niños que ya no juegan, circulan en silencio enviciados por las pantallas y muestran apatía hacia todo lo que signifique pensar o moverse.
Juegos de niños, la repercusión de la violencia
Encima de todo, los niños mexicanos sufren epidemias, principalmente obesidad y violencia, que tampoco les permiten disfrutar de sus primeros años, ni crecer con toda la calidad de vida posible.
En resumen, México no es un país donde se proteja a los niños ni donde se les preserven sus derechos, ni siquiera los más básicos como el derecho al juego, o a un crecimiento saludable que incluya buena alimentación o la práctica de algún deporte.