La gran gracia de la creación artística, en cualquiera de sus versiones, es que traduce la expresión de un mundo que no es tangible, a la simple percepción humana. Se trata de un universo al que muy pocos privilegiados pueden acceder porque es casi un don, una bendición especial que seguramente obedece a un trabajo de muchas vidas. Bram L. es un joven pintor de la Ciudad de México, con casi 5 años en la escena pictórica de la capital, y un talento que va mucho más allá de corrientes, modas y escuelas.
Recientemente inauguró su primera exposición individual, titulada “Lejos”, en el Casino Español. Se trata de un breve, pero interesante resumen de su obra, como un intento inicial por dar a conocer un estilo que sale totalmente de lo convencional, e incluso refiere un poco al tema onírico, inspirado en la fantasía, la literatura y un ligero toque de realismo mágico.
Vivimos tiempos convulsos para el arte, las expresiones se han diversificado de manera impresionante y el concepto mismo de creación artística ha llegado a abarcar niveles que antes ni siquiera hubieran sido contemplados. En pocas palabras, ahora cualquiera con un lápiz, una cámara o un pedazo de barro se considera artista, sin entender que ese simple concepto requiere una sensibilidad que no se adquiere en la escuela o con un curso rápido en Internet.
Bram L. y la revolución artística
Lo que sucede justo con la obra de Bram L. es que uno puede leer totalmente su alma a través de cada cuadro, la psique humana manifestada en imágenes que no son comprensibles en el lenguaje mortal, pero sí en un plano dimensional distinto.
Bram L. pertenece a una generación de artistas jóvenes que no tienen un panorama sencillo, en un país donde el arte tiene poco apoyo y la población es en su mayoría muy ignorante. Sin embargo, ver esta primera exposición nos da una luz de esperanza en el futuro de la plástica mexicana, habla de que sí vienen propuestas interesantes, y no se ha perdido el camino de la creación original, compleja y con contenido.
Esta exposición permanecerá en el Casino Español, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, hasta el mes de febrero. La entrada es libre.
