En plena crisis de movilidad que vive la Ciudad de México, uno de sus transportes más emblemáticos se está dejando morir, el trolebús.
Fue en la década del 50 cuando los chilangos vieron por primera vez la que sería una de las mayores apuestas de movilidad de la época, el famoso Trolebús apareció para conectar el centro de la ciudad con otras áreas más alejadas y a bajo costo. En esa época la CDMX comenzaba su expansión y llegar al sur era casi como ir a otra ciudad lejana con llanos verdes y ríos abiertos.
Lo que entonces era una panacea del transporte público, en el siglo XXI ya está muriendo lentamente, abandonado por el gobierno capitalino y sin presupuesto para sustituir unidades con más de 20 años en circulación.
El transporte que llevó a tus padres y tus abuelos, hoy está viviendo sus últimos años pues, en voz de expertos, podría dejar de circular con el gobierno entrante y su nuevo proyecto de modernidad urbana.
Los problemas de transporte en la CDMX no tienen para cuándo acabarse, cada día es más difícil moverse porque todas las opciones están saturadas, algunas no funcionan bien o no están modernizadas, además que el territorio está creciendo sin control y la comunicación se complica.
Trolebús condenado por la corrupción
El Trolebús, además, tiene un extra: que es completamente ecológico, un transporte cero emisiones que funciona con energía eléctrica y cuenta con carriles asignados que no provocan embotellamientos.
Quizá el problema está en que no representa un negocio para funcionarios públicos, a diferencia de otros transportes como el Metrobús o los autobuses de Tlalpan que dan millones en concesiones a ciertas empresas privadas.
Es verdad, al gobierno chilango le interesa muy poco que los habitantes tengan opciones de movilidad útiles, seguras, económicas y ecológicas, pues la innovación en ese sentido no es más que un enorme negocio del que los funcionarios sacan su tajada millonaria.
La Red de Trolebuses de la Ciudad de México, hoy ya funciona a la mitad de su capacidad, bajo el argumento de que no hay presupuesto, aunque sigue siendo una opción viable para más de 100 mil personas que cada día viajan en ella, y representa una alternativa en momentos de crisis, desastres naturales y congestiones viales.