Hay algo que ningún mexicano puede negar: Ya somos muchos. Cualquiera que haya estado alguna vez por la Ciudad de México puede confirmarlo, en esta ciudad apocalíptica y sobrepoblación, parece que salen personas hasta de las coladeras, saltan de los árboles, viven ocultas en el paisaje urbano y están siempre ahí, para llenar hasta el último milímetro de espacio disponible.
Hoy en día la población mexicana supera los 118 millones de habitantes, siendo este país uno de los más habitados de la tierra, sólo superado por naciones como Japón, China, Estados Unidos y Brasil, entre otros.
La CDMX y el Estado de México, son las dos entidades más pobladas, pero la segunda es el caso más grave, porque la mayoría de sus habitantes viven en condiciones de hacinamiento y sin servicios básicos.
En datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de 1950 a la fecha, el número de habitantes en México, prácticamente se cuadruplicó, aún con la liberación femenina, la revolución sexual y la popularización de los métodos anticonceptivos, como forma del control poblacional.
También es bien sabido que, en lo que va del siglo XXI, se ha observado una ligera tendencia al decrecimiento poblacional entre los mexicanos. Esto significa que los más jóvenes comienzan a mostrar desinterés en formar familias, casarse y procrear hijos, por lo que se calcula que en los próximos 30 años, los que son ahora adultos jóvenes van a envejecer, pero traerán menos jóvenes a la vida.
Sobrepoblación chilanga
México es un caso parecido al de China, quizá no en ese extremo de sobrepoblación, pero por alguna razón, por más migración y disminución de la natalidad, el número de mexicanos y mexicanas no parece disminuir significativamente; la demanda de servicios públicos es cada vez mayor, el sistema argumenta que no puede mantener tantas pensiones, becas, créditos para la vivienda y todo lo que se supone debe otorgar como factores de bienestar.
Cabe aclarar que hay una diferencia cada vez más marcada, entre quienes tienen hijos y quienes no; la gran mayoría de quienes procrean más de dos o tres hijos son personas en condiciones de pobreza, de niveles bajos de educación, y que empiezan a formar sus familias antes de los 17 años. En cambio, personas en estratos sociales más favorecidos, reducen sus familias a uno o dos vástagos, y estadísticamente están esperando cada vez más tiempo para procrear, al menos después de los 30 años.
La plaga que somos
En pocas palabras, México es como un barco invadido de ratones. Los mexicanos son la plaga, la peste que acaba con toda existencia posible en ese pedazo de madera a flote, con toda, excepto con la suya misma, que sigue creciendo y multiplicándose, aún a pesar de las condiciones.
Así es que, cabe aclarar, toparse con un camión lleno o 50 turnos en la fila del banco, ya no debería ser una cuestión que sorprenda o aterre, sino un factor a pensarse, todas las siguientes veces que un mexicano contemple la posibilidad de tener hijos.
Tantas veces se ha vaticinado que orbes como la Ciudad de México colapsarán, y sin embargo, aquí siguen los chilangos, tapando los agujeros del casco, para que el barco pueda seguir a flote.
Valeria Lira