De regreso a la escuela

Se acabaron las vacaciones y vemos llegar el famoso regreso a clases, que no es otra cosa que el fin del suplicio para millones de padres, madres y abuelos, que tuvieron que aguantar niños mal portados durante casi un mes.

Hoy hay casi 26 millones de estudiantes mexicanos en educación básica, los que, luego de las vacaciones, que parecieron nada, tienen que reincorporarse a la escuela, a la rutina, al tránsito diario y las obligaciones que el sistema escolar les impone.

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En este país la vuelta a la escuela es todo un circo, los padres hacen maroma y teatro para conseguir cualquier cantidad de materiales absurdos, mochilas de moda y un montón de uniformes feos que al primer gol en el patio de recreo van a terminar agujereados. La tradición es la misma desde hace décadas: comprar todo el último día, entrar en pánico y que al niño, de todas maneras, se le olvide la tarea.

La escuela tradicional en México es una imposición que nos vino casi desde la era prehispánica, con sus respectivas modificaciones, y sin embargo no ha servido de gran cosa para hacer de los mexicanos algo más que esponjas ladronas de oxígeno.

Regreso a clases ¿En qué hemos evolucionado?

Ojalá los casi 200 días que los niños pasan encerrados en las aulas, la enorme cantidad de papel gastado en libros impresos y todo el calor que emiten sus traseros al calentar las bancas, sirvieran de algo más que pasar pruebas estandarizadas. Por desgracia el concepto de educación abarca mucho más que una jornada escolar, implica el involucramiento de toda la sociedad, de los padres, los maestros y hasta los funcionarios públicos, que con su ejemplo educan, o mal educan, a los ciudadanos en formación.

Quizá los mexicanos serían mejores miembros de la sociedad si pasaran menos tiempo frente a un pizarrón, sacándose los mocos, y más tiempo en el mundo de afuera, aprendiendo que la vida real no es un examen de opción múltiple. Aunque tampoco se trata de denostar el valor que tiene la formación académica en las personas, al menos aparentemente.

En México habitan casi 40 millones de menores de 17 años, es poco menos de la mitad de la población total del país y cuyo futuro depende, en muy buena medida, de lo que les imparten en las escuelas públicas y privadas.

@CronicaMexicana