Estereotipos, discriminación, racismo, clasismo, brechas sociales y terribles contrastes entre la población. Si 120 millones de mexicanos ya conocíamos muy bien esos conceptos, ahora nos los han embarrado en la cara gracias a Made in Mexico, la nueva serie de Netflix.
Parece un absurdo que en un país donde hay 55 millones de pobres y otra buena parte de la población tiene ingresos que no superan los 10 mil pesos mensuales, se produzca una serie acerca de la excéntrica vida de los millonarios del país.
Y la verdad es que al resto de los mexicanos poco nos interesa saber qué sucede con sus autos de lujo, sus viajes al extranjero, sus ranchos que contrastan con un campo que se muere de hambre, y toda su lista de absurdas preocupaciones desde las altas esferas sociales.
Made in Mexico, el racismo sigue latente
México vive atorado en la época de la Colonia, de entonces hasta el siglo XXI no hemos sido capaces de superar lo mal que nos trataron los españoles, y el desdén con que se deshicieron de nuestra cultura prehispánica; seguimos agarrándonos de cualquier otro país para, a la primera, olvidar que somos mexicanos, preferimos las marcas extranjeras, las palabras en otro idioma, las escuelas bilingües, el shopping en Estados Unidos y las multinacionales.
Si desde antes ya cargábamos con todas estas ideas limitantes, ahora viene Netflix y nos recuerda por qué nos tiene que avergonzar ser mexicanos y ser pobres.
“Made in Mexico” es una serie de pésima producción, sin una línea argumental lógica, y cuyo único objetivo parece ser recordarnos, cada 30 segundos, que hay una clase social en el país a la que la mayoría no tenemos acceso y que nos mira desde sus departamentos en Santa Fe: alto y caro para que no lleguemos.
De pronto parece como si los medios de comunicación quisieran meternos en la cabeza el estereotipo aspiracional del junior chilango; todos los personajes de la serie son herederos de empresarios, políticos y familias “de abolengo”, con el único mérito de haber nacido en un sector social en el que no es necesario usar el cerebro (sí, eso también se ve en la serie).
Entretenimiento a costa de la corrupción
¿Por qué querríamos ser como Liz Woodburn, Kitzia Mitre o Roby Checa, cuyas cuentas en el banco probablemente se han llenado con el dinero robado a los mexicanos durante generaciones?
Es cutre, es absurda, está llena de prejuicios sociales, y cada tres palabras los protagonistas hablan en inglés “porque seguramente los mexicanos no sabemos y nos da pena”.
“Made in Mexico” y una telenovela de Televisa son prácticamente lo mismo, ambas están pensadas para un público que ya tiró su dignidad por el escusado y al que solamente le queda reírse de su desgracia.
Ojalá el público mexicano, o al menos el que tiene acceso a Netflix, decida con inteligencia que este no es el México que quiere conocer y que estas no son las personas de las que hay que saber.
México está lleno de científicos, deportistas, filósofos, emprendedores, niños genio, jóvenes becados en grandes universidades, mujeres valientes y un montón de personajes que valen la pena, entonces ¿por qué nos hacen una serie sobre juniors descocados?, ¿de verdad a alguien le interesa el tema?