Aunque los mexicanos no quieran evolucionar, hay todo un mundo afuera del que llegan ideas de progreso y cambio, y esas mismas están transformando, aunque con mucha resistencia, la manera en que se mueve la sociedad en este país. Hace apenas un par de años, llegaron a México los llamados talleres de desprincesamiento, una idea nacida en Chile, a través de la cual se le enseña a las niñas a olvidar los estereotipos clásicos de las mujeres y se les empodera para alcanzar metas personales, que tengan que ver más con seguir sus sueños, y menos con hacer caso a los roles tradicionales.
Esta idea es completamente revolucionaria, en un país que todavía considera a las mujeres como sujetos obligados de tareas domésticas, y que difícilmente destacan en los ámbitos intelectuales o deportivos. Romper con todo ello suena difícil, y sin embargo ya se hace.
Las muñecas, los colores rosas, el maquillaje, los juegos del corazón, y todas esas ideas estereotipadas quedan abajo cuando en estos talleres, se les plantea a las niñas que son algo más que un género, con posibilidades infinitas de alcanzar sus sueños, los cuales, por supuesto, tiene que ir más allá de un matrimonio o un bebé.
El desprincesamiento es un intento por romper con la idea de que las mujeres son entes débiles o que necesitan protección, lo que únicamente se logra empoderándolas con conocimiento, autoestima y valor, para enfrentarse al día a día, sin esperar que alguien las rescate.
Si bien la situación de la infancia en México no es la ideal, se pone peor cuando hablamos de niñas, las que en estratos sociales menores, todavía enfrentan discriminación e incluso marginación intelectual, al confinarlas a las casas y evitar que acudan a las escuelas. Alrededor de 2.6 millones de niñas en edad de educación básica, viven así.
Se calcula que en los últimos diez años, unas 500 menores de once años fueron asesinadas, la mayoría dentro de sus propios hogares, y víctimas de algún miembro de su familia.
Es por lo anterior que, un taller para regresarles el sentido de seres humanos, y no de princesas, significa darles el poder para frenar situaciones de peligro, que las niñas podrían padecer, a lo largo de su vida. Y así, con los años, generaciones de féminas más empoderadas, menos temerosas, y más dueñas de sus propios destinos, cosas que a todos y a todas, les hacen mucha falta en este país.
Desprincesamiento, necesitamos más iniciativas así
Muchas más iniciativas como ésta se necesitan en México, dirigidas a niñas, jóvenes y mujeres adultas, que se celebren por el sólo hecho de existir y no nada más por sobrevivir, en un país sumamente cruel y violento, que además no las respeta ni las valora.
En la Ciudad de México, este taller ya se imparte en varios sitios, entre ellos en el Parque Hundido y en el Centro Cultural de España, en México, donde además, se imparten cursos de defensa personal, dirigidos a niñas menores de 15 años y a muy bajo costo.
Finalmente, vale la pena pensar si queremos seguir criando generaciones de princesas mexicanas, desvalidas y necesitadas, o empezamos por fin a alimentar el alma y los sueños de mexicanas que mañana dirijan el mundo.
Valeria Lira