¿Qué son las ZEE?

Zonas Económicas Especiales

Del norte al sur de México, hay una diferencia abismal en cuanto a desarrollo económico, industrialización y calidad de vida de la población. No por nada se sabe que el mejor poder adquisitivo está pegado a la frontera con Estados Unidos, mientras la frontera con Centroamérica, se relaciona con estilos de vida más sencillos, tradicionales y menos éxito monetario. Así nacen las Zonas Económicas Especiales.

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El centro de México es una extraña mezcla de virtudes y defectos. Gracias a que ahí está la CDMX, el nivel económico se mantiene y la población tiene acceso a ciertas ventajas, aunque mientras más lejos de ese centro, se acentúan más las carencias.

Este desarrollo desigual de las diferentes zonas de México provoca que, en general, el país no pueda crecer como uno solo, y desarrollar el potencial que tiene guardado.

120 millones de mexicanos no tienen las mismas oportunidades, no cuentan con la misma infraestructura ni programas sociales, y difieren en sus posibilidades de crecer y tener calidad de vida.

La causa de todo eso son las políticas públicas partidistas; cada estado y municipio trabaja según lo que le manden sus colores, ignorando así a las regiones vecinas o incluso las necesidades reales de la población.

Zonas Económicas Especiales ¿En qué nos benefician?

En 2016 se instituyó una ley a nivel federal, para instalar lo que se conoce como Zonas Económicas Especiales (ZEE); en teoría un proyecto que contempla dividir el país por regiones, para trabajar en cada una, las necesidades específicas que existen, e incentivar la inversión privada para generar empleos y elevar, al mismo tiempo, la calidad de vida de millones de mexicanos.

De todo el territorio nacional, el sur es el menos desarrollado. A esa zona no llegaron las grandes industrias y una buena parte de la población ha tenido que huir hacia otros lugares, incluso al extranjero, para encontrar oportunidades de crecimiento. Ni siquiera a nivel turístico se encuentra la infraestructura a su máxima capacidad, y menos aún se ha explotado todo el potencial que la zona tiene por su biodiversidad.

El municipio más rico de México se llama San Nicolás de los Garza, en Nuevo León, y tiene un Producto Interno Bruto (PIB) por habitante de más de 25 mil dólares. El más pobre es Zitácuaro, está en Michoacán, y su PIB es de tres mil dólares por habitante.

Cuestión de igualdad

Este asunto de las ZEE se proyecta, en un supuesto, como la panacea que va a redistribuir la riqueza de México en partes equitativas, y llevar dinero a donde no lo hay. Sin embargo, como todo problema generado, aquí no es una cuestión monetaria, sino de sentido común y de mal funcionamiento de las instituciones públicas, que no hacen el trabajo para el que fueron creadas.

Viéndolo bien, no hace falta atraer inversionistas o inventar leyes para que un sitio crezca, siempre y cuando en ese lugar existan las condiciones de seguridad y haya una población con suficiente nivel educativo, como para ser mano de obra valiosa, y no una carga para el erario público y la beneficencia.

Valeria Lira

@CronicaMexicana