El 1 de diciembre del 2018, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) toma protesta como el nuevo presidente de México, luego de un polémico periodo electoral y varias décadas en las que permaneció luchando para ganarse el puesto.
En el imaginario colectivo de los mexicanos, AMLO es una especie de mesías, el salvador de los pobres y desvalidos, que han pasado generaciones siendo víctimas de la clase política.
En la realidad, al contrario, AMLO podría no ser sino un presidente más, amarrado de manos por su partido y lleno de vicios políticos que sólo emularán a sus antecesores. Eso, aunque millones de mexicanos ya le hayan colocado un montón de imágenes caricaturescas en las que él es el tipo guapo, el protagonista de la telenovela y el enviado celestial, que esconde las alas bajo su saco de presidente de México.
López Obrador ¿Salvación o perdición?
¿Por los mexicanos tienden a irse a los extremos? AMLO no es la respuesta a los problemas del país, EPN no es el enviado del mal, y ningún partido al mando, ni siquiera porque sea de Izquierda, va a convertir a México en el Primer Mundo.
Todo el movimiento a favor de AMLO ha nombrado a su nuevo gobierno como “la cuarta transformación”, haciendo referencia a los cambios estructurales que supuestamente hará, para cambiar la burocracia, eliminar la corrupción y poner a trabajar a las inoperantes instituciones de este país.
Ya desde ahora es fácil imaginar la decepción de 30 millones de mexicanos, que le dieron su voto AMLO, al darse cuenta que él es un simple mortal, y reestructurar un sistema desde las bases no es cuestión de magia.