¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?

Para describir la vida de la capital mexicana, en toda su extensión, no hubo nadie mejor que Salvador Flores Rivera, mejor conocido como Chava Flores, un cronista, compositor y cantante de la Ciudad de México, donde nació, creció, murió y quedó inmortalizado para el recuerdo del Siglo XX.

Chava Flores, la leyenda

Chava Flores nació en el año de 1920, en La Merced, corazón del Distrito Federal, y perteneció siempre a una clase popular, trabajadora y alegre, misma en la que se inspiró, para crear el repertorio musical que lo hizo famoso. Allá por la década de los 30, este compositor tuvo que ponerse a trabajar para llevar el pan a su casa. A los 13 años aprendió las artes de la costura y el vestido; planchó, cortó, vendió y luego hizo carrera en la administración.

El libro Relatos de mi Barrio, escrito por él mismo, es una autobiografía en la que cuenta que hizo de todo para ayudar a su madre, sin imaginar que sería su propia creatividad la que lo llevaría pronto a pisar espacios como la XEW, la XEQ y hasta las pantallas del cine nacional.

Peso sobre peso

Como todo buen mexicano que se respete, este chilango pasó, desde sus primeros años, dificultades económicas que lo obligaron a buscar alternativas y que, sin saberlo, también lo encaminarían hacia su destino. En 1946, luego de una mala racha de dinero, Flores adquirió una imprenta y editó el famoso Álbum de Oro de la Canción, una especie de cancionero con las composiciones mexicanas más conocidas, editado quincenalmente y con un costo de 65 centavos. Éste fue, sin duda, otro acierto que le daría fama, no fortuna, pero sí mucha, mucha fama.

Cuando llegó a la vejez, el compositor contó que nunca hizo dinero, nació y murió sin un centavo, porque como buen miembro de la clase popular, nunca supo hacer un peso.

Tú lo serás

Así, el destino llevó a este chilanguito a encontrarse en el mundo de la composición y los cantantes mexicanos, grabando en la década de los 50, las primeras canciones que lo hicieron famoso en todo el continente americano, entre ellas La esquina de mi barrio, La tertulia, Ahí vienen los gorrones, La Taquiza y La Puerca. Llegó a grabar más de 300 canciones, y adquirió una disquera que le abrió las puertas para trabajar con importantes artistas del momento, como Germán Valdés «Tin Tan», Luis de Alba, Pedro Infante, José Alfredo Jiménez, Oscar Chávez y otros tantos, a quienes les compuso repertorios enteros.

El bautizo de Cheto

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Chava Flores fue conocido por hacer alarde de la vida del defeño promedio, con sus alegrías, tristezas, tragedias y vicisitudes. En el año de 1957, un terremoto de 7.7 grados, en la escala de Richter, sacudió a la Ciudad de México, dejando más de 700 muertos y varios edificios dañados. De ese suceso, Flores escribió la canción El bautizo de Cheto, una de sus composiciones más conocidas, porque narra el nacimiento de un bebé en pleno terremoto, y recuerda la famosa caída del Ángel de la Independencia, símbolo de aquella primera gran tragedia del México del Siglo XX.

Cerró sus ojitos Cleto

Le escribió a todo, a la política nacional, al Metro, a los oficios, a la comida, a la Catedral y hasta a una tal Hortensia, que quién sabe quién era, pero ahí quedó, inmortalizada en una canción.

Por los siguientes 25 años, Chava Flores participó en varias películas, entre ellas La máscara de la muerte y Rebelde sin casa, y siguió cobrando fama, que no fortuna, en el mundo de la música mexicana. Sin embargo, llegada la década de los 80, México ya era un recuerdo de ayer para el cantautor; apareció la modernidad y las grandes avenidas, se demolieron las vecindades, vino el terremoto de 1985 y se acabó el México mágico del Siglo XX, se acercaron las clases sociales y, sólo un poco, ya nada fue como antes.

Salvador Flores murió en la Ciudad de México, en el año de 1987.

Valeria Lira