Smog de Portalitos

Portales, portalitos, es un pedazo de la historia citadina que aún soporta el peso de la modernidad y el olvido. Aquí la más socorrida sigue siendo la güerita, ella es la jefa de jefas y siempre manda en precio y calidad. El tianguis de Portales, con toda la colonia en un uso siempre arrabalero y comercial, es la leyenda viviente del esplendor de una ciudad. Entre negocios familiares de chicles, churros, chocolates, sombreros, sacos, libros, tazas, bolsas, sillones, sillas, calabazas, ruedas, cajones, pollos y pulques, aquí cabe eterna la posibilidad del asombro.

Con cerca de 58 años de historia, este mercado es ya parte importante de la Ciudad de México. Caminantes que crecieron en sus calles, y hoy son asiduos visitantes del bullicio que aquí se genera, cuentan del tiempo –casi mágico– en que abundaban los arbustos en las banquetas, los niños que jugaban al bote pateado y los señores que conocían a todos. Todavía sobreviven, en algunas esquinas comidas por los años, las tiendas donde compraban las abuelas, y más allá la más querida y socorrida por todos, “La Ana María”, querida pulquería de antaño que sigue reluciente como en sus mejores años, cruzando el Eje Central, hasta donde caminaban los señores en busca del alipús.

Portales un domingo por la mañana

Sobrevive entre sus calles el mercado de pulgas que se pone los domingos. Señores, señoras y señoritas todavía son clientes comunes de la antigüedad selecta, la segunda mano y la baratija del recuerdo, “la cháchara”, como le llaman al objeto que viaja de mano en mano, rebajando su precio y aumentando su valor de vida.

Y llegando más al sur llegó también la modernidad, la vieja avenida cubierta de palmeras es hoy una de las más transitadas de la capital, y en el recuerdo quedan el silencio, la terracería y los establos que rodeaban la zona, hace más de cinco décadas.

Hoy Portales todavía es un camino abierto al folclor capitalino, aquí todavía se mercan las muñecas, los carritos y las monas de mango, al tiempo que van y vienen los diablitos cargados de ilusión por el progreso. Unos llegan, otros se van, y otros siempre se quedan a ver pasar el tiempo, la marabunta de gente, los niños que crecen y los precios que siempre quieren llegar al cielo raso y azul, lleno de smog de Portalitos.

Valeria Lira

@MoiraBoicot