Mexicanos golosos: cuatro datos curiosos

Glotonería

Si hay algo que es realmente verdad, es que los mexicanos no tienen fondo ni freno, cuando de comer se trata. Dulce o salado, frito u horneado, no importa, porque de todos modos siempre habrá un paladar mexicano dispuesto a echarse encima las calorías necesarias, con tal de que algún suculento manjar no se desperdicie. La glotonería es parte de nuestro ADN.

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Cómete un pan

El mexicano promedio consume su peso en pan al año. Algo así como más de 50 kilos por cabeza, entre pan salado y dulce, y la gran mayoría de harinas blancas, las cuales son responsables de enfermedades como la obesidad y la diabetes.

Las variedades de pan en México son infinitas, casi tantas como quepan en las canastas de los panaderos, que recorren las ciudades del país vendiendo este delicioso, pero peligroso aperitivo, que queda bien para el antojo, a cualquier hora del día.

¡Recuérdame!

México es el consumidor número uno de pasteles, en todo el planeta. Pese a que otros, como los franceses, tengan más fama de reposteros, a los mexicanos nadie les gana en comer.

Se calcula que cada mexicano consume casi 20 kilos de pastel al año, aunque por desgracia, una buena parte de esa cantidad, ni siquiera es repostería de calidad y se queda en las principales marcas comerciales, que abarrotan las tiendas minoristas, mismas que están llenas de ingredientes baratos, de mala calidad, mucha azúcar y grasas vegetales.

Prefieren refrescos

México es uno de los países con mayor consumo de refrescos, 135 litros por persona al año. Irónicamente, siendo un país con más de diez millones de habitantes en pobreza extrema, uno de los productos más consumidos son las bebidas saborizadas, que incluso son más caras que el agua o la leche.

Pese a que el gobierno ha elevado los precios de los refrescos, bajo el pretexto de incentivar el consumo de agua, los mexicanos siguen dando buena parte de su gasto a esa extraña, pero adictiva necesidad.

Glotonería: ¡Queremos carne!

63 kilos de carne consume cada mexicano al año, más del doble de lo que se comía hace unos 25 años. La privilegiada es la carne de ave, principalmente porque su costo es menor a otros alimentos, y porque se cree que es menos dañina que el puerco o la res.

Pese a enormes campañas que refrendan el daño que provoca el consumo excesivo de proteína animal, en especial la carne, por todas las toxinas, antibióticos y químicos que se supone contiene, México ha elevado su consumo, a diferencia de otras naciones, donde la industria cárnica ha ido a la baja.

Valeria Lira

@CronicaMexicana