El fermento social no es otra cosa que aquello que va pudriendo a la sociedad, hechos y personajes que van degenerando la psique de los ciudadanos y concluyen en sucesos que, a simple vista, serían inexplicables, pero que más de fondo vienen alimentados por el odio, el hartazgo y la ignorancia.
Hoy día, en pleno siglo XXI, todos los mexicanos tienen algo de fermento social, dentro de sí mismos. Luego de décadas enteras con el engaño de la democracia, falsas promesas de cambio y generaciones enteras de políticos que se enriquecen con el dinero del pueblo, la semilla del aburrimiento ha germinado.
Como en todos los grupos humanos, el sentir de la población se manifiesta en su comportamiento y actitudes; un pueblo feliz y satisfecho refleja eso mismo en su trato, mientras un pueblo enojado y cansado, también saca actitudes en ese tono.
El Mundial de Rusia 2018 fue reflejo del enojo de los mexicanos; 40 mil ciudadanos de este país fueron hasta allá con el pretexto de apoyar a sus equipos favoritos, aunque más bien parece que fueron a dar de qué hablar porque se portaron intolerantes, groseros, misóginos y dieron la nota en todos los medios de comunicación del mundo.
Y así como en Rusia, cada día vemos situaciones en las que sale el resentimiento social de millones de mexicanos. Ya no les importa quién tiene la culpa de la situación económica, de la contaminación o de la corrupción de los políticos, sólo buscan con quién desquitarse, como si todos en este país tuviéramos una cuota de odio que pagar, solamente por vivir aquí.