¿Alguien conoce gente más cursi que los mexicanos? Aún no llega febrero y las calles de México, sin importar la ciudad de la que se trate, se pintan de rojo con corazones, rosas, moños y cuanta basura pueda ocupar los escaparates de las tiendas. Es el 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, que llega con todo para aprovecharse del bolsillo de millones de consumidores, invitándolos a tirar su dinero en globos horrendos, que van a terminar siendo el alimento de alguna tortuga en el mar, pero eso sí, manteniendo viva la cursilería.
Exagerada producción de residuos, consumo sin conciencia, mercadotecnia barata, estereotipos y ositos de peluche feos, cuántas cosas horribles para un solo día del año, que tendría que versar sobre amar y no sobre comprar.
Y ya adentrándonos más en la cultura mexicana, el 14 de febrero destapa lo retrasados que estamos, en cuanto a los roles de género y las relaciones humanas.
Cursilería ¿Qué sucede si no caes en este juego?
Este día, casi como una obligación, parece un látigo para que los solteros se castiguen por no haber conseguido una pareja que les acompañe en la celebración. Y ni qué decir si se te ocurre estar solo y no tener ni un amigo al cual comprarle una tarjeta prefabricada en el supermercado, porque entonces eres un amargado, pobre solitario, forever alone, hijo de la desgracia al que no le hacen caso ni las moscas.
Si eres mujer, más te vale tener novio en 14 de febrero, y si se puede casada, entonces mejor, para que nadie diga que te falta amor en la vida.
Ya si eres hombre, entonces más te vale encontrar una mujer que te comprenda, o que por lo menos te soporte, para que no te acusen de raro o de homosexual (aunque los homosexuales tengan, estadísticamente, mejores relaciones sociales, afectivas y sexuales que los heterosexuales).
Las mexicanas se creyeron las historias de telenovela; al parecer nadie les explicó que eso es pura ficción, y viven esperando la llegada del muchacho rico, guapo, de buena familia y cuyo apellido abarca tres renglones, para que las lleve a vivir al castillo donde todos serán felices para siempre.
Comprar el 14 de febrero, en todos los sentidos posibles, es comprar la tradición del patriarcado machista y egocéntrico, que ha oprimido a las mujeres de este país durante generaciones.