El orden social en un país desordenado

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El orden social se define como la manera en que la sociedad establece una estructura de reglas, rangos y formas de fluir, supuestamente todo en pro de un equilibrio, que permita a las personas vivir en paz y armonía. Sí, es un supuesto…

En una sociedad bien establecida este orden funciona, y le otorga seguridad a los ciudadanos, la certeza de que el sistema los respalda y de que trabajar en ese mismo sentido les garantiza estabilidad.

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Como siempre, México es la excepción a toda regla, entonces aquí, el orden social no es una imposición que beneficie a los ciudadanos, sino una auténtica lápida pensada para aplastarlos, romperles la voluntad y obligarlos a vivir en un falso estatus de bienestar, que más bien es conformismo.

Quizá por todo eso es que la sociedad mexicana no se caracteriza por ser la más ordenada. Desde pasarse los semáforos, hasta robarse millones del erario público, el desorden priva en este país de locos y nadie hace lo que debe, todos hacen lo que sus instintos mandan, aunque eso implique una verdadera hecatombe ciudadana.

La lógica es algo así como: “¿si tú no lo haces, por qué lo haría yo?”.

Algo que no se enseña en las escuelas de México (debería enseñarse, ¿no es lógico?), es la razón por la que todos y todas deberíamos seguir las reglas. Las reglas del juego, las reglas para bajar la escalera, las reglas para participar en un concurso o las reglas para convivir, no importa cuáles sean, porque todas tienen un sentido y ese es, que las cosas funcionen de manera adecuada.

Orden social, el paso que debemos dar

Obviamente el orden social va de la mano con las reglas, reglas que funcionan, no por arbitrarias, sino porque impiden que cada quien trate de llevar el agua hacia su propio molino.

¿Te has puesto a observar cómo es que las personas cruzan la calle en México? Si te detienes cinco minutos a observar un semáforo, en cualquier sitio de este país, puedes notar que casi nadie respeta la diferencia en las señales, la mayoría aprovecha cualquier recoveco para cruzar; cruzan corriendo, esquivando autos, van por las esquinas, por en medio e incluso por las vías rápidas, donde –obviamente– nadie debería cruzar.

Si no podemos respetar una instrucción tan sencilla, como esperar la indicación de un semáforo para cruzar la calle por las líneas de peatón, ¿será que podamos entender cosas más complejas?, ¿para qué sirve esperar un turno?, ¿para qué pagamos por los servicios públicos?, ¿de quién es lo que no es tuyo?

@CronicaMexicana