El tema de moda en México es, sin duda alguna, la violencia. Nunca sucede lo suficiente como para acabarnos el asombro, siempre el crimen supera las expectativas y llega más lejos de lo que podríamos pensar. Esto por supuesto acrecienta la carrera armamentista.
El punto aquí es, que la violencia en México está alimentada, primero, por un sistema altamente corrupto, que permite todos los crímenes posibles, sin que nadie sea susceptible de un castigo. Segundo, por una cadena, por encima de autoridades y gobierno, que funciona a través del tráfico de todas las cosas ilegales, empezando por las armas.
Claro que una fuerza armada es mucho más poderosa que cualquier ley, decreto o manifestación social. Allá afuera hay todo un mercado armamentista, que no vemos y que está causando miles de muertes a diario.
Aunque quizá pocos lo saben, la Constitución que rige el país, defiende las armas como un derecho ciudadano para la defensa de la vida. Algo bastante irónico.
Y así es que, casi cualquiera puede poseer un arma y los delincuentes, por cierto, tienen muchas, incluso más que las fuerzas castrenses.
Se sabe que, en su mayoría, las armas que circulan en México, sobre todo en manos de delincuentes, provienen del mercado estadounidense y pasan de manera ilegal al país; unas dos mil piezas pasan la frontera cada día, según el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (Cesop).
Carrera armamentista, el ganador: Estados Unidos
Gran parte del problema es la facilidad con que se adquieren armas en Estados Unidos, lo que hace relativamente fácil que personas, adquieran grandes lotes, para luego contrabandearlos a México. Y es muy probable que eso incida, en directo, sobre las altas cifras de la violencia, aquí.
Quizá otro aspecto que ha favorecido esta enorme carrera armamentista, es la política exterior. México está fuertemente comprometido con su vecino del Norte, y no es tan sencillo que le exija hacer algo para detener la entrada de armas al país, sobre todo cuando es algo que tiene implicaciones económicas importantes para ambos, y hay todo un mercado de aquel lado, que depende de seguir vendiéndolas, aun cuando cada una signifique miles de vidas mexicanas.
Se trata de un mal imparable, una especie de virus que se extiende rápido y es imposible de detener, porque atraviesa todas las barreras legales, los operativos y hasta las fronteras. Quizá es ahí donde puede explicarse mucha de la delincuencia, que hoy está azotando a México.
Hace unos días, legisladores mexicanos propusieron una ley que permitiría a cualquier ciudadano el uso de armas “en legítima defensa”, ante los nulos resultados de las estrategias de seguridad, que ya tienen más de diez años llenando los titulares de los periódicos nacionales.
Valeria Lira