Se dice que la prostitución es el oficio más viejo del mundo, debido a que se practica desde la antigüedad griega y quizá más atrás. Vender o intercambiar placer sexual, es una de los empleos más polémicos de la actualidad, pese a que vivimos en un mundo que se dice avanzado y donde cada vez hay más tolerancia hacia temas que antes eran tabú.
Especialmente en la actualidad, el asunto de la prostitución ya no solamente reta a la moral y las llamadas «buenas costumbres», incluso es un tema relacionado con los derechos humanos y la seguridad, debido a que se sabe hay muchas redes de tratantes, que obligan a mujeres y niñas a prostituirse, siendo ese un negocio multimillonario, y que deja casi tanto dinero como las drogas.
Casi medio millón de mujeres y niñas son prostituidas en México, siendo obligadas a hacerlo por enormes grupos de criminales, que operan a nivel internacional, sin que nadie los detenga. Ahí entra también la corrupción de las autoridades y la ausencia de seguridad, que permite la desaparición forzada de muchas personas en el país.
Prostitución, el camino hacia la regularización
Claro que no se puede generalizar, algunas se dedican al oficio porque los obligan y otras porque encontraron en eso una forma de vida, un sustento que las sacó de la pobreza, aunque a un costo muy alto. Eso es verdad, aunque normalmente la prostitución opera en manada, y hay mucha gente que trabaja vigilando, investigando a los clientes, cuidando la seguridad y cobrando.
También hay organizaciones, grupos de derechos humanos, que han buscado dignificar esta ocupación en México y preservar la dignidad de quienes se dedican a ello, pues además, no tienen garantías de salud o seguridad social alguna, y constantemente son víctimas de delitos, sin que nadie defienda sus garantías.
La discusión respecto a si la prostitución debería ser o no regularizada, como cualquier ocupación que vigila la ley, atañe a cuestiones morales, éticas e incluso religiosas, pues en un país tan diverso como México, hay toda clase de opiniones al respecto, y aún a pesar de que quienes la ejercen no dejan de ser seres humanos, que tendrían que ser protegidos por la ley.