En la era de las redes sociales, mucho se dice que los seres humanos comienzan a perder las formas más básicas de comunicación. Platicar, escuchar y tocar a otra persona, parece algo cada vez más lejano, casi suena a la era de las cavernas, porque la costumbre ahora es que todo se diga a través de un teléfono, una tableta o una computadora.
Suena a un mundo apocalíptico, sin embargo, en México parece ser que las redes sociales están tomando una dimensión especial, la dimensión de la solidaridad.
Rodeados de violencia, de miedo y de una incertidumbre asesina, los mexicanos están empezando a usar las redes sociales, Facebook y Twitter principalmente, como redes de ayuda, vías para canalizar apoyo a quien lo necesita, para la economía alternativa, el comercio local y toda clase de intereses de los ciudadanos de a pie.
Entre los más de 60 millones de usuarios mexicanos que tiene Facebook, montones ahora se dedican a gestionar grupos, comunidades virtuales donde se ofrece ayuda de toda clase, desde personas que regalan sus pertenencias, hasta quienes venden sus servicios a precios solidarios y con la firme intención de ayudar.
Quizá este fenómeno también pase en otros países, pero en México significa mucho más, porque vivimos un momento de álgida violencia, donde el miedo y la desconfianza están ganando terreno, y algunas veces parece que olvidamos quiénes son en realidad los buenos.
Redes sociales y la solidaridad
Una red de solidaridad en México, gestionada por usuarios anónimos, habla del interés de la misma sociedad en rescatarse y retomar su poder, hacerse sentir y sobre todo seguir viviendo, pese a lo que los medios le quieran hacer creer.
Es una cachetada con guante blanco de los ciudadanos hacia el gobierno, una rebeldía útil y solidaria frente a la corrupción y la inexistencia de la justicia, en un país donde todo suele parecer perdido.
Las redes sociales están totalmente satanizadas en el mundo posmoderno, y aún con eso, los usuarios mexicanos están demostrando que tienen suficiente cerebro para usarlas a su favor y proveerse sus propias necesidades, ante la falta de interés que el gobierno les demuestra.
En la era de la incomunicación, los internautas mexicanos se comunican, trabajan, viven y transforman el mundo, aún a pesar de la desesperanza que sobre ellos priva.