El gobierno de Enrique Peña Nieto dejó muchos regalitos a los mexicanos, pero quizá el más grande fue la famosa Reforma Educativa, cuyos efectos negativos ya se han visto en los últimos años, y tendrán consecuencias, al menos para las últimas dos generaciones de estudiantes de nivel básico.
La Reforma Educativa fue el gran proyecto del sexenio de EPN, algo que pretendía poner a México al nivel de los países desarrollados y cuya excusa era el bajo nivel académico de más de 25 millones de estudiantes. Sin embargo, los efectos fueron contrarios a lo esperado.
Según pruebas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, Económicos (OCDE), México está por debajo del promedio en áreas como matemáticas, lengua y ciencias, lo que significa que sus estudiantes de nivel básico no compiten con los de otros países y menos aún los alcanzan.
La educación en el país está costando 1.32 billones de pesos anuales, aunque parece ser que ese dinero no está solucionando los problemas principales, que por supuesto no son económicos, sino de forma, de burocracia y de un sistema que está pensado para oprimir a los maestros.
Ni siquiera con la Reforma Educativa los maestros mexicanos mejoraron sus condiciones salariales, pues de forma contraria las disposiciones del último gobierno redujeron los sueldos a través de los impuestos y otra serie de absurdos, que al proyecto de educación le importaron dos rábanos.
En promedio un maestro mexicano, ya sea en educación privada o pública básica, no gana más de 6 mil pesos mensuales y está sujeto a sindicatos, disposiciones internas, tabuladores irreales y disposiciones institucionales.
Reforma educativa y su posible fin
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) afirma que buscará revertir los efectos de la reforma, quitando todas las disposiciones que en el sexenio pasado oprimieron a los, ya de por sí muy oprimidos, maestros mexicanos.
El asunto está en que hay todo un sector al que no le conviene que la Reforma Educativa vaya para atrás, por cuestión de compromisos y privilegios políticos. Y claro, ¿a quién en la clase política de este país le conviene que la educación progrese y los ciudadanos se instruyan para exigir un mejor gobierno?