En los años 50, justo en medio del famoso american way of life, en el mundo occidental se popularizó la idea del automóvil como símbolo de estatus, comodidad, poderío económico y sobre todo de progreso en la movilidad. Claro que en aquél entonces no existían –en ningún país del mundo– los problemas de sobrepoblación, contaminación y exceso de tránsito vehicular que hay en la actualidad.
En la Ciudad de México hay dos cosas que sobran: personas y autos. Y de esas dos no logramos hacer algo ni componer el mundo, simplemente porque seguimos aferrados a la idea de que la única forma de movilidad es a motor y cuatro ruedas, aunque nos estemos ahogando en humo, y no exista manera alguna de avanzar en medio de ese caos.
Más de cinco millones de vehículos circulan a diario por las calles capitalinas, eso a pesar de que el tránsito es cada vez más complicado, y viajar en auto se ha vuelto uno de los métodos menos eficientes de traslado.
¿Por qué seguimos aferrándonos al auto como opción de movilidad?, ¿de verdad nos reditúa económica y moralmente, quedarnos parados en los embotellamientos durante horas?
Movilidad detenida
Un habitante de la Ciudad de México pierde casi tres años enteros de su vida en el tránsito, lo cual no suena mucho, pero es suficiente tiempo para aprender un idioma, practicar y dominar un deporte, poner un negocio o leer muchos libros. Cualquier cosa debe ser más interesante que quedarse respirando el escape del auto de adelante, durante al menos dos horas cada día.
El automóvil es útil para muchas cosas, pero a estas alturas ya tendríamos que haber aprendido que no es la respuesta para todo, ni una panacea. Por el contrario, estar aferrados a una exclusiva forma de transporte, por supuesta comodidad, nos ha orillado a vivir en el ruido, la contaminación y hasta en la obesidad, porque cada vez nos movemos menos.
La Ciudad de México está experimentando un ritmo de crecimiento vertiginoso y bastante peligroso; poco más de seis millones de cajones de estacionamiento están hoy disponibles, una cifra casi igual a la cantidad de autos, lo que podrían pronto representar un colapso, porque la industria automovilística sigue dando facilidades para que la población se haga de más vehículos.
Problemas actuales y a futuro
Y eso de que, simplemente no haya lugar para estacionarse, no es algo nuevo, ya sucede con bastante frecuencia en plazas públicas, escuelas y hospitales. Incluso hay edificios con tecnología que implementan elevadores de autos para apilarlos unos sobre otros, con tal de que quepan más y más.
Claro que el transporte público de pésima calidad que hay en la capital del país, tampoco anima mucho a los automovilistas a dejar sus autos, sin embargo sí es mucho más económico, eficiente en tiempos y limpio, usar otras alternativas, en la medida de lo posible.