No hablamos más…

Comunicación

¿Te acuerdas cuando había teléfonos de rosca y llamabas a casa para decir a qué hora llegarías? No había celular, Whatsapp o Facebook, pero dejabas en claro dónde estabas y cuándo ibas a volver, porque la comunicación era un bien valorado, establecido y con reglas que nunca pensamos iban a cambiar.

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Para cualquiera que haya nacido en el siglo XXI eso es prehistoria, un cuento nostálgico de viejitos chochos.

Los celulares transformaron el mundo por completo, a partir de ellos, la comunicación humana se convirtió en un asunto totalmente digital, virtual y extrañamente lejano.

Cuenta la leyenda que hace no tanto tiempo, las familias se sentaban a platicar a la mesa, convivían, escuchaban y se conocían a través de las conversaciones diarias. Incluso, acciones como ver televisión eran costumbres colectivas, casi una convivencia forzada, que se convertía en cariño y recuerdos acumulados con los años.

Comunicación, lo que hemos perdido a cambio de tecnología

El Internet y los celulares nos alejaron, en lugar de acercarnos, y la sobrevalorada comunicación interpersonal pasó a segundo término. Parece que hoy día ya no es tan importante estar, verse o hablar, simplemente basta con dar like o compartir en las redes sociales, y mantener el estado “en línea” para que la gente crea que sigues vivo.

Es fácil observar el asunto en las zonas habitacionales de lugares como la Ciudad de México, donde la densidad de población no es equivalente al grado de comunicación entre las personas. Se calcula que ahí viven casi seis mil chilangos por kilómetro cuadrado, aunque entre barrios y colonias casi nadie se conoce, pocos ubican a su vecino de al lado, y las únicas veces que cruzan palabras lo hacen para maldecirse.

Irónicamente, en un mundo híperconectado estamos cada vez más ausentes, lejanos y sobre todo desinteresados en construir las bases que sostienen a la sociedad.

¿Qué tan grave será el haber perdido la costumbre de hablar y vernos a la cara? Era como una especie de preocupación sincera por el prójimo, y sin mayor interés que el bienestar colectivo.

@CronicaMexicana