Lejos de empezar el año con entusiasmo y con nuevos aires de progreso, en México, como en algunos otros países, enero cae como un enorme balde de agua fría, una entrada a la terrible realidad, que muy pocos quisieran enfrentar. La llamada cuesta de enero, es una esperado alza en los precios de los productos básicos y los servicios, motivado expresamente por el inicio de un nuevo año, que sirve de pretexto para aumentar los costos de prácticamente todo.
A este horrible panorama, se suman los gastos desbordados de las fiestas decembrinas. Justo para Navidad y Año Nuevo, se dispara el consumismo entre los mexicanos, las ganas de gastar lo que no se tiene, darle rienda suelta a la tarjeta de crédito y creer que todo se puede.
En enero empiezan a llegar los costos de esa emoción decembrina, hay que pagar los préstamos y ya se terminó el dinero del aguinaldo y los bonos navideños. Ya no hay fiesta, sólo enormes deudas y la vida que no detiene su curso.
Se calcula que más de la mitad de los mexicanos, se ven en problemas al llegar la cuesta de enero, debido principalmente a la enorme cantidad de gastos superfluos que hicieron en meses anteriores y que no se reflejan en beneficios para días posteriores.
Inclusive, muchos mexicanos recurren en esa temporada a las casas de empeño y bancos de préstamo, intentando así saldar las deudas acumuladas del año anterior, aunque eso igual, les implique más dinero que tendrán que ir pagando a lo largo del año que inicia.
Aunque es un fenómeno que sucede en muchos países, también hay otros que lo sortean con facilidad, especialmente en Europa, donde las personas suelen ser muy mesuradas con sus compras y cuentan con planes financieros, para evitar las crisis económicas por gastar de más.
Cuesta de enero, la desilusión de inicio de año
En México, las personas normalmente se dejan llevar por la emoción, la publicidad y las falsas ofertas de las cadenas comerciales, además que no se caracterizan por tener una planeación en sus gastos, que les permita no terminar las fiestas sin un peso en la bolsa. Eso de los “meses sin intereses” es una ilusión, que se rompe cuando llega el recibo de la tarjeta de crédito; como el carruaje que se convierte en calabaza, el regalo prometido y la ropa de oferta, también se convierten en eso, en pura calabaza.
Quién sabe por qué en México todo lo hacemos en grande, incluso cuando se trata de despilfarrar, de pasarnos de copas o de comer como pelones de hospicio. Lo mismo que los mexicanos ven en la cuesta de enero en sus carteras, la ven también en los botones de sus pantalones, que luego de tragar, tragar y tragar, so pretexto de las fiestas, de plano ya no cierran.
Valeria Lira