Salir de su país, esperar un enorme tren para cruzar y olvidarse de volver porque allá, tras ellos, ya no queda nada. Es el camino que muchos, montones de personas, recorren cuando deciden migrar hacia Estados Unidos. La Bestia es un tren que recorre México de sur a norte y tiene la gracia de conectar a los países de Centroamérica con Norteamérica, una especie de puente no sólo económico, sino también cultural y social para miles de migrantes.
En los últimos 30 años la migración hacia el país del norte creció de manera descontrolada, una especie de éxodo imparablel debido a que las condiciones económicas y de seguridad en países como Guatemala, Honduras, El Salvador y México no son las mejores.
Más de 43 millones de personas habitan en Estados Unidos como inmigrantes, legales o ilegales, y la cifra no para de crecer, porque sus países de origen siguen sin ofrecer condiciones para el crecimiento y la calidad de vida.
En todo este panorama, la Bestia se ha convertido en un aliciente al que se aferran miles de personas que viajan buscando un futuro mejor.
Migrantes en números
No hay una cifra exacta de cuántas personas viajan a diario en este tren, pero se calcula que a diario miles llegan a la frontera por ese medio, mientras una parte interesante ni siquiera logra llegar, porque es víctima de asaltos, secuestros y accidentes en el camino.
Algo cierto es que el camino de la Bestia también es ruta de muchos grupos criminales, los que aprovechan la vulnerabilidad de quienes ahí van y les roban lo poco que llevan con ellos, cometen abusos y violaciones, y hasta aprovechan para extorsionar a las familias que se quedaron en el país de origen.
Finalmente, el origen de todo esto es que las naciones no ofrecen condiciones mínimas para que las personas vivan y se desarrollen con dignidad, y eso las obliga a salir a buscar un futuro mejor en otras fronteras, sin importar el riesgo que signifique o la posibilidad de nunca regresar.
