Después de 4 meses de estar viviendo el desastre de la pandemia mundial de Coronavirus, parece que ya hemos olvidado cómo vivíamos antes, a dónde íbamos, qué hacíamos para ir por la vida tan tranquilos, sin miedo y sin tapabocas, estas son los Crónicas de la pandemia.
A mediados de julio del 2020 las autoridades mexicanas anunciaron que los estudiantes de educación básica no regresarían a las aulas luego de varios meses sin escuela, pues aseguraban que el riesgo aún era alto con el asunto del virus.
Lo triste del caso es que este tipo de medidas golpean a los más vulnerables, los niños que no tienen más recurso que aquello que conocen y a los que les han robado el derecho a vivir. Porque eso de pasar los días encerrados y tras una pantalla no se puede llamar vida.
De por sí la infancia en México ya está bastante llena de calamidades, violencia, carencias, deficiencias en el sistema educativo, delincuencia en las calles y un sinfín de horrores más, como para ahora sumarle que ya ni siquiera pueden ir a la escuela o salir a los parques por culpa de un virus que jamás han visto.
No es sencillo decir que 7 de cada 10 niños mexicanos viven violencia doméstica, aún sin pandemia, en un país que prácticamente no protege sus derechos, no los cuida y menos les otorga los cuidados básicos para que crezcan felices, sanos y completos.
Lo más triste del caso es que, igual que la violencia, la pobreza o la desnutrición, todos asumen como algo normal que los niños y niñas mexicanos hayan dejado de tener derechos con la pandemia. Porque, claro está, habrá quienes tengan los medios para entrar a escuelas virtuales, pero también habrá quienes simplemente se queden sin estudiar porque no tienen computadora o conexión a internet.
No dejemos de lado que hay más de 55 millones de pobres en México y con la pandemia se sumaron al menos 12 millones más.
¿Cómo es que hemos olvidado tan de repente todo lo que teníamos que haber protegido a la niñez mexicana, aún por encima de los intereses políticos o económicos?
@CrónicaMexicana
