La matanza que olvidaron los mexicanos

“Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Tan cierta la frase como México, el ejemplo perfecto de lo que no se debe hacer. Para muestra el caso de el Halconazo.

Este es un país donde a la gente se le ha aleccionado a aprender las fechas oficiales de la historia, datos inútiles e irreales que los niños en las escuelas repiten como merolicos, sin saber lo que significan o la importancia que tuvieron, como en una inercia absurda que sólo refleja una estupidez social que se carga desde la infancia.

El llamado jueves de corpus, es una fecha casi tan importante como el muy mentado 2 de octubre de 1968, sin embargo, pocas personas saben qué ocurrió y por qué nadie debería haberlo olvidado.

Fue el 10 de junio de 1971, en plena Ciudad de México, cuando un grupo de estudiantes realizó una marcha pacífica en apoyo a la autonomía universitaria, y a favor de otro grupo de manifestantes, en Monterrey, Nuevo León.

Otra vez la represión del gobierno priista, entonces en manos de Luis Echeverría Álvarez, se encargo de callar brutalmente la protesta, con el clásico modus operandi de introducir un grupo paramilitar, que atacó con armas de fuego y terminó con la vida de más de cien personas, incluidos muchos que sólo estaban por ahí de paso.

El grupo encargado de aquel crimen fueron Los Halcones, de ahí que a este evento se le conozca más como «el Halconazo».

El Halconazo y la guerra sucia

Perseguidos, desaparecidos y torturados cientos de estudiantes, como ya había pasado en años anteriores, y pese a eso, Echeverría jamás aceptó la culpa de lo sucedido.

En años recientes fue juzgado por crímenes de lesa humanidad y, posteriormente, exonerado de todo cargo.

Estas son lecciones de las que deberíamos aprender, sacar una lección para no cometer los mismos errores, y sin embargo, México siempre es la excepción a la regla.

Luego del Halconazo, decenas de matanzas similares con el nombre del gobierno han sucedido en México. Podríamos mencionar: Atenco, Acteal, Ayotzinapa, Tlatlaya y muchos más sucesos, pero pasan a ser otra lista inútil, cuando el mismo pueblo desconoce lo que ahí sucedió.

Ojalá la memoria histórica sirviera a los mexicanos, no sólo para recordar a personajes disfrazados por el oficialismo, y a los que se les rinde honor sin verdadera justificación, sino también para encontrar el factor que repite los errores, y que la muerte de aquellos que vivieron esos sucesos, sirviera para que no volviera a suceder.

Recordar el Halconazo, como recordar las muchas otras veces en que pervivió la injusticia en el país, es un deber de todos los mexicanos, un deber cívico, social y cultural, mucho más que los deberes oficiales, como ir a votar o sintonizar un mentiroso y absurdo informe presidencial, que dicho sea de paso nadie ve.

Valeria Lira

@CronicaMexicana