Corría el año 1984 cuando cientos, quizá miles de construcciones en todo México, se volvieron hogares perpetuos de la radiación. En este país siempre pasan las cosas más absurdas e improbables, tal vez porque nuestro sistema de gobierno está roto o quizá porque así nos tocó la suerte.
En aquel 1984 se dio el caso del Yonke Fénix, un depósito de chatarra en Ciudad Juárez, Chihuahua, que recibió los pedazos de una máquina de radiación que contenía Cobalto 60, altamente peligroso y contaminante, y los vendió a una empresa que hacía varillas para distribuir a todo el país.
¿Te imaginas que construyeran tu casa con material radiactivo? Así sucedió en aquella época, más de 6 mil toneladas de varilla viajaron a todos los estados de la república y formaron parte de muchos edificios nuevos en ese tiempo.
Y si te habías preguntado por qué la epidemia del cáncer entre los mexicanos, esta quizá podría ser una de muchas respuestas; cada año en México se diagnostican casi 150 mil casos nuevos de cáncer de diferentes tipos.
Radiación y sus consecuencias
Claro que el gobierno supo del desastre, pero ya era demasiado tarde para remediarlo y el pánico entre la población habría sido incontrolable si la noticia hubiera sido difundida. En construcciones, en basureros y al aire libre quedaron los restos de esa máquina, no hubo manera de limpiar porque incluso la sustancia activa voló por los aires y fue a dar directo a los pulmones de millones de mexicanos.
No es el primer caso de este tipo en México, también luego del desastre de Chernobyl en 1986, se supo que el gobierno federal compró leche de vacas de esa zona y la trajo para venderla a bajo costo a la población.
Sería imposible saber cuántos casos más de este tipo han sucedido en México, accidentes que no se evitan por burocracia, por ignorancia y hasta por corrupción.
@CronicaMexicana