¿Te imaginas que un día, dentro de 100 años, alguien se encuentre una caja con las cosas que tú más amaste en la vida? Sabría quién eras, cómo vivías, con qué soñabas y cómo era el mundo en esta época. Las llamadas cápsulas del tiempo son justo eso, pequeños tesoros que se entierran con el objetivo de dejar señas del mundo presente, con la idea de que dentro de muchos años se encuentren y con eso quede un testimonio de cómo era la vida de antes.
En una época Porfirio Díaz, presidente de México, se obsesionó con el tema y se dedicó a colocar cápsulas del tiempo en diferentes sitios de la capital, dejando dentro objetos valiosos, fotografías, libros, juguetes y todo aquello que describiera cómo era el mundo a inicios del siglo XX.
Muchas de aquellas cajas misteriosas aún no han sido encontradas, permanecen bajo las calles, en los cimientos de los edificios históricos en espera de que algún derrumbe las saque a la luz.
Cápsulas del tiempo a 1,000 años
¿Cómo sería una cápsula del siglo XXI en el año 3 mil? Teléfonos celulares, periódicos con descripciones sangrientas de la guerra del narco y presidentes que eran vegetales, imágenes de mujeres híper delgadas frente a las de millones de obesos, muchos envases de deliciosa comida chatarra y quizá una televisión como el último testimonio del mundo “antiguo”.
Las cápsulas del tiempo son un modelo replicado por todas partes del planeta, como una especie de intento por mantener la memoria, preservar tiempos que quizá serán mejores que el futuro y eventualmente añoraremos.
https://www.youtube.com/watch?v=ritkOAMT6e4
@cronicamexicana