Algunos endiablados crímenes, que ocurrieron en México

a maldad siempre supera a la ficción y no tiene límites; algo que a lo largo de la historia humana se ha demostrado varias veces, sin que nadie pueda frenar el odio y la saña, que salen de las mentes. Un halo de misterio, locura y satanismo ha rodeado los terribles y locos crímenes que a continuación describimos y que, probablemente, permanecen a nivel de escándalo en el imaginario colectivo mexicano.

Crímenes dignos del diablo

Le sacó los ojos para salvar al mundo

En el año 2012 una mujer, influenciada por el fanatismo religioso, creyó escuchar voces del más allá que le anunciaban un gran terremoto, que ocurriría en la Ciudad de México, eso a menos que ella sacrificara la vida de su hijo para salvar al mundo de ese terrible final.

Carmen García, de 23 años, sacó con sus propias manos los globos oculares de su hijo, bajo pretexto de evitar el fin del mundo. Formaba parte de un ritual satánico que realizaba con otros familiares, en su casa de Nezahualcóyotl, Estado de México.

Cuando los vecinos se percataron y llamaron a la policía, ya era demasiado tarde, Fernando, de cinco años de edad, ya estaba completamente ciego y a punto de morir.

El asesino de Cumbres

Este caso conmocionó, como pocos, a la sociedad mexicana por su alto grado de sadismo. Diego Santoy era, en el año 2006, novio de Erika Peña Coss, una joven de Monterrey, a quien trató de apuñalar y cuyos hermanos fueron asesinados, por el mismo sujeto.

Una noche, como cualquier otra, cuando la madre de las víctimas se encontraba fuera, el sujeto ingresó a la casa, atacó a su novia, estranguló a María Fernanda, de tres años, y acuchilló a Erick, de siete.

Aunque, incluso, se acusó a Erika de complicidad, al final nada pudo ser demostrado y no se conocen, hasta ahora, los motivos reales que llevaron a Diego Santoy a cometer los crímenes, pese a que aún hoy en día permanece en prisión. Inclusive, en su momento se dijo que había un triángulo amoroso entre la madre Teresa Coss, la hija y el asesino.

La fiera del Ajusco

Elvira Luz Cruz, asesinó por desesperación, a sus cuatro hijos, en el año de 1982, en un terreno de la colonia Bosques del Pedregal, en la Ciudad de México.

La pobreza, la marginación, la violencia y la ignorancia formaron un círculo vicioso en la vida de esta mujer, quien desde niña había sido maltratada por sus padres y, más tarde, por sus parejas sentimentales.

Un día, luego de haber sido abandonada por su esposo, sin trabajo y sin el apoyo de nadie, se cansó de escuchar el llanto de hambre de sus cuatro hijos, el más grande de seis años y una bebé de tres meses. Simplemente los asfixió y luego se dispuso a ahorcarse, pero fue encontrada por su suegra, gracias a lo cual sobrevivió.

Elvira cumplió una condena de 28 años en prisión, la cual, en un inicio, fue motivo de polémica ya que sus defensores acusaron a la miseria como la culpable verdadera de los crímenes.

El asesino del Metro

Cuenta la leyenda, que en los años 80, un asesino rondaba los andenes del Metro de la Ciudad de México. Nunca se conoció su nombre ni los motivos pero, incluso su supuesta existencia, dio rienda suelta a rumores y a una película conocida como “El Asesino del Metro”. Su móvil era simple, se colocaba sin llamar la atención en los pasillos solitarios, esperando a algún pobre transeúnte que se acercara al borde, para darle un empujón cuando llegara el vagón a toda velocidad.

Nunca se supo nada serio al respecto, sin embargo, en aquellos días sí se pidió precaución a los capitalinos que usaban este medio de transporte, en la capital del país.

Valeria Lira

@CronicaMexicana