Sus crímenes han cimbrado la vida de miles de mexicanos, instalando terror en las calles y haciendo que tengamos que dormir con un ojo abierto. Son asesinos seriales que por el móvil de sus crímenes, han llamado la atención de los medios de comunicación y de la sociedad, siendo inclusive protagonistas de películas, series o canciones, surgidas del imaginario colectivo.
Asesinos seriales y el séptimo arte
El Estrangulador de Tacuba
Gregorio Cárdenas es, quizá, uno de los asesinos seriales más famosos de la Ciudad de México. En una época en la que la sociedad mexicana aún se definía como conservadora y recatada, el Estrangulador de Tacuba vino a ponerle los pelos de punta a los pobres capitalinos.
Corría el año de 1942, cuando la policía encontró en el patio de una casa, ubicada en el barrio de Tacuba, los cadáveres de cuatro mujeres jóvenes que habían sido estranguladas días atrás. Gregorio Cárdenas, quien fue apodado por la prensa como el Estrangulador de Tacuba, aceptó haber cometido los crímenes por una decepción amorosa sufrida años antes, a la que se sumaron severos traumas relacionados con su madre, y una serie de enfermedades mentales que lo hacían oscilar entre la lucidez y la oscuridad.
Este hombre pasó su vida entre las celdas del Palacio de Lecumberri y La Castañeda, el hospital psiquiátrico más grande que ha habido en el país. Ahí dentro, se graduó como licenciado en Derecho, formó una familia y se convirtió en habitante distinguido, teniendo permiso, incluso, para salir de vacaciones.
En 2016 se prevé salga una película llamada “Los Crímenes del Mar del Norte”, del director José Buil y producida por Maryse Sistach, que recreará la vida de Goyo Cárdenas y sus crímenes. Esta cinta fue filmada en calles de la actual Ciudad de México.
Las Poquianchis
Carmen, María, Luisa y Delfina conformaron a Las Poquianchis, un grupo de madrotas que en la década de los 50 asesinó a más de 100 prostitutas, muchas menores de edad, a quienes regenteaban en diferentes burdeles del estado de Guanajuato y que las mataban cuando ya no servían a sus fines. Cuenta la historia que muchas de las víctimas fueron enterradas vivas y a otras se les practicaron abortos insalubres, antes de matarlas.
Las hermanas González Valenzuela atraían a muchas jóvenes ignorantes, venidas de rancherías lejanas, diciéndoles que les conseguirían buenos trabajos como empleadas domésticas, para luego obligarlas a prostituirse en los diferentes locales que manejaban. Se sabe que estas cuatro mujeres vivieron una infancia difícil, con un padre alcohólico, controlador y machista, y fueron presa de la violencia, por parte de los hombres que pasaron por sus vidas.
El director Felipe Cazals dirigió, en 1976, la cinta mexicana “Las Poquianchis”, teniendo como actrices principales a María Rojo, Ana Ofelia Murguía y Diana Bracho. Esta película ganó un premio Ariel, el mismo año en que se dio a conocer.
Los Narcosatánicos
Sara Aldrete y Adolfo de Jesús Constanzo, llegaron al estrellato de los asesinos seriales, por haber cometido una serie de crímenes decorados por ritos satánicos, santería cubana y tortura.
Era la década de los 80, cuando el arresto de un narcotraficante en Tamaulipas, llevó a la policía hasta el rancho Santa Elena, donde se encontraron los restos de 14 personas que fueron asesinadas, desangradas y desmembradas, para usar sus restos en ritos religiosos. En el DF fueron capturados varios involucrados en los crímenes, entre ellos el conocido como El Padrino, Adolfo de Jesús, y Sara Aldrete, misma que argumenta, hasta la fecha, que en el momento de la captura estaba secuestrada y que nunca tuvo que ver con los asesinatos.
En 1997, el director español Alex de la Iglesia, sacó a la luz “Perdita Durango”, un filme de humor negro cuyos protagonistas fueron inspirados en los mismos Narcosatánicos.
La Tamalera
Una historia, como tantas otras, de una mujer que fue maltratada hasta el cansancio por un marido machista y mujeriego. Eran los años 70 cuando Trinidad Ramírez, quien vivía en la colonia Portales, de la Ciudad de México, se cansó del abuso y los golpes maritales, y decidió ponerle fin a la miserable vida del hombre que la torturaba. De un golpe en la cabeza, Trinidad mató a su marido y luego lo descuartizó para convertir sus miembros en relleno para tamales. Y así salió a las calles de la capital, donde los vendió todos.
Cuando el crimen fue descubierto, la policía irrumpió en la vivienda de la mujer, donde encontraron oculta, dentro de una olla, la cabeza del hombre.
La leyenda urbana cuenta que, en realidad, esta señora se dedicaba a la magia negra y en esa ocasión tenía que hacer un trabajo muy especial para un político importante.
En 1994, el director Juan López Moctezuma llevó a la pantalla grande “El Alimento del Miedo”, con una historia inspirada en el escándalo de la tamalera de Portales, que se consideró bastante realista, por reflejar las carencias de la época y la decadencia social que vivían las clases menos afortunadas.
Valeria Lira