Y tú, ¿en qué gastas la quincena?

Sí, esa pregunta le pone los pelos de punta a cualquiera; calcular exactamente en qué se van los ingresos es, para casi todos, un terrible despertar a la realidad, porque el dinero se va como agua y por el caño. Millones de mexicanos viven un idilio entre los 15 días que tarda en llegar la siguiente quincena, los dos días que dura, y volver a empezar, un círculo vicioso de pobreza e inconsciencia.

La realidad es que, en este país, no es una costumbre saber en qué se gasta el dinero, mucho menos existe una conciencia de los gastos y, por supuesto, no hay eficiencia en los ingresos.

Si bien el salario promedio en México no supera los siete mil pesos mensuales, una cifra muy por debajo del costo real de la vida, y la inflación de los artículos de consumo, la verdad es que tampoco los mexicanos son buenos administradores de sus ingresos.

Dicen las encuestas que la clase media mexicana es la que más rápido se acaba la quincena, pues es la que suele gastar más de lo que gana y hace compras aspiracionales, mientras que los de clases más oprimidas, sólo pueden dedicar sus precarios ingresos a comer, y si les va bien, en una renta. ¿O a poco nunca has llegado a la quincena sin un peso?

Y es una pesadilla de nunca terminar, vivir del crédito de las tarjetas, gastar como millonario y deber como un pobre y triste asalariado. Las mismas encuestas revelan que el 66% de las personas no llevan un control, ni tan sólo superficial, de lo que gastan o en qué se les van los dos pesos que ganan.

Quincena, las finanzas de los mexicanos

Un mito de la clase pudiente es que, precisamente, es pudiente porque lleva un control administrativo de sus gastos y está consciente de que lo barato,a la larga es más caro. Por eso no tienen en su lista marcas de imitación, marcas libres o piratería. Habrá que ver…

Si la quincena mexicana se va en comida, transporte, restaurantes y algo de entretenimiento, ¿dónde queda la vivienda, la salud o el ahorro? Más de la mitad de los mexicanos no contemplan en sus gastos, ni el mínimo ahorro para gastos eventuales, emergencias o para la vejez. Y mucho menos para la construcción de patrimonio a largo plazo.

Por todo eso, cuando llega el desempleo, a casi todos los toma por sorpresa, y encontrar un nuevo trabajo se vuelve un calvario lleno de deudas, resentimientos laborales y arrepentimientos, por lo que hubiera podido ser y no fue.

Valeria Lira

@CronicaMexicana