“No se mata la verdad matando periodistas.” Esta frase se ha hecho popular en los últimos años, al mismo tiempo que un triste halo de represión y silencio ha caído sobre los comunicadores mexicanos. El 7 de junio se conmemora en México, el Día de la Libertad de Expresión, una fecha que no tiene nada de celebración y sí mucho de reflexión, y altamente requerida en un país que es calificado como el más peligroso para el trabajo periodístico, aún por encima de otros que están en guerra.
Es un secreto a voces que aquí, los medios de comunicación son cosa de chiste, la prensa impresa, la televisión y la radio, están completamente cooptados por el gobierno y por una nueva fuerza que tomó relevancia en la última década: el crimen organizado.
Se documentan por cientos las agresiones contra periodistas, los asesinatos y las desapariciones, se suman –uno a uno– a la lista interminable de mordazas que tienen a este país hundido en la ignorancia.
Y es que pareciera que aquí ya se da por hecho un estado de indefensión, del que no hay salida; impera la ley del más fuerte, del más armado y del más valiente, para amedrentar a los demás.
Día de la Libertad de Expresión, los medios digitales
A eso hay que sumar, no sólo los medios tradicionales, sino también Internet, los blogs, las redes sociales e incluso las estaciones de radio independientes, que son lugares a los que los comunicadores recurren, ante la falta de espacios para denunciar el crimen y la corrupción que en México imperan.
Se sabe que en los últimos años, han sido agredidos al menos 300 periodistas en todo el país, sin que hasta ahora exista algún protocolo legal que sancione los crímenes, como una falta a la libertad de expresión.
Mucho se dice que la violencia contra los periodistas, como toda la violencia en México, es resultado de una larga cadena de errores, que vienen desde el gobierno y las instancias que velan por los derechos humanos, y rematan en la sociedad, acostumbrada a consumir periodismo del más barato, ese que vende su silencio por unos pesos y una tranquilidad falseada.
En estos días, el periodismo no es otra cosa que el mejor ejemplo del acabose de la libertad de expresión.
Justo cuando surgen medios libres como Internet, la posibilidad de que cualquiera tenga la palabra y de que se escuchen todas las voces, es entonces cuando amenaza la censura, la ultraviolencia y el mayor acoso contra la libertad de expresión, que jamás se vio en la historia de los medios de comunicación.
Es así como en el Día de la Libertad de Expresión, ni las leyes, ni las organizaciones civiles, ni nadie, pueden evitar que la comunicación sea la ocupación más peligrosa y al mismo tiempo la más ingrata.
Valeria Lira