La historia de la Cineteca Nacional

Símbolo de la Ciudad de México y casa de los intelectuales chilangos, la Cineteca Nacional es la cuna del cine de arte en el país, y plataforma de distribución para producciones independientes.

Este recinto nació en el año de 1974, en los Estudios Churubusco, y comenzó a exhibir documentales y trabajo alternativo al cine comercial. Además, este sitio se impuso como una especie de acervo de materiales importantes para el cine nacional, un resguardo valioso que llegó incluso a albergar, según cuenta la leyenda, imágenes nunca publicadas de acontecimientos como la matanza de Tlatelolco en 1968.

Así, la Cineteca se convirtió en referente nacional e internacional, y empezó a generar los primeros festivales de cine del país, catapultando a jóvenes que venían saliendo del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, y del Centro de Capacitación Cinematográfica perteneciente a Conaculta, además de dar cabida a material de otros países que, de otro modo, jamás habrían sido exhibidos en México.

En pocas palabras, de inicio, este lugar sirvió como escaparate a las mentes cinéfilas, que hasta entonces no habían tenido un cauce para su pasión.

En 1982 hubo un gran incendio que consumió parte de las bodegas de la Cineteca. Se dice que el siniestro fue causado por un empleado que dejó varias cintas atrás de una pantalla, y con el calor de la luz de un proyector éstas se prendieron, provocando el fuego que se llevaría consigo más de catorce mil cintas de material irrecuperable.

También se cuenta, que el incendio fue un encargo del gobierno priista, para eliminar imágenes incriminatorias, que después pudieron haber servido a la historia para desprestigiar al régimen.

En aquel entonces, Margarita López Portillo, una mujer polémica por el nivel de censura que impuso, dirigía Radio Televisión y Cinematografía (RTC), una especie de organismo que se creó, para vigilar a los medios de comunicación y limitar lo que en ellos se publicaba.

Cineteca Nacional, la nueva era

Dos años después y luego de aquel incidente, la Cineteca renació en su recinto actual, en la Delegación Coyoacán donde, por principio, se abrieron cuatro salas de proyección y continuaron los encuentros, festivales y ciclos especiales.

Hoy día y luego de muchas transformaciones, la Cineteca sigue ahí, dando cabida a las inquietudes de los cinéfilos y las nuevas generaciones de cineastas. Sus objetivos, por los cuales percibe dinero del erario público, son preservar la memoria fílmica de México y promover el cine en todo el país.

Claro que no vive exenta de polémicas al ser un organismo dependiente del Gobierno Federal, y que además alberga a un público tan selecto y criticón, como es el público amante de la gran pantalla. En 2011, una total reconstrucción del edificio que la alberga, así como la modernización de los sistemas de exhibición, boletaje y otros detalles, puso en duda la finalidad de la Cineteca como espacio público cultural, más que como sala de exhibición comercial.

A partir de entonces se implementaron otras cosas como las proyecciones al aire libre, algunas tiendas, librerías y cafés al interior, aspectos que pudieron darle un toque más comercial al recinto, quizá en un afán de obtener más recursos que siguieran dando vida a la casa del cine en México.

Valeria Lira